Agosto, el mes vacacional por excelencia, llega a su ecuador y todos los indicadores turísticos son positivos. Si el pasado mes de julio la ocupación de los diferentes alojamientos en la provincia estuvo por encima de la media autonómica, las previsiones para este puente apuntaban a que se colgará en el cartel de completo, tanto en hoteles, como en apartamentos y cámpings. Además, las estancias se alargan y el sector ha podido aumentar los precios, una consecuencia lógica de la recuperación económica. En este contexto, a la afluencia habitual de turistas nacionales --la inmensa mayoría de los que nos visitan--, la Agència Valencia del Turisme prevé que este año vendrán más de 600.000 extranjeros, un 15% más que el año pasado. Y que esos turistas, entre junio y septiembre, se dejarán en el interior y las costas provinciales 350 millones de euros. No son los únicos datos positivos. Como ha recogido estos días Mediterráneo, la venta de viviendas en la costa crece y roza cifras de hace cinco años, con una media de 20 compraventas diarias de apartamentos en este primer semestre del 2017. Una buena noticia que denota una leve recuperación inmobiliaria para una provincia que acumula todavía uno de los estocs más abultados de toda la geografía española. Por último, el empleo. Hoy mismo este diario apunta que el sector de la hostelería ocupa ya a 13.378 personas, un 13% más que antes de la recesión económica.

Todo son datos que invitan al optimismo, pero que no deben dar lugar al relajamiento de empresarios y administración, que deben ir de la mano y redoblar esfuerzos para conseguir crear de una vez por todas una industria turística fuerte y dinámica que cree riqueza y empleo en una provincia privilegiada por el clima.