La UE se ha sometido al chantaje directo planteado por Italia y a la presión menos vistosa pero igualmente dañina del llamado grupo de Visegrado, así como a la intimidación de uno de los estados federados alemanes, el de Baviera, que ha amenazado con hacer caer el Gobierno federal alemán. El acuerdo alcanzado en la complicada cumbre europea, dominada por el tema migratorio, es una neta concesión a la ultraderecha y una victoria del populismo. La UE ha salido de ella con la rendición de uno de los principios que habían sido la base de su funcionamiento desde su fundación, el de la solidaridad que había permitido a países con pasados dictatoriales y con economías muy precarias -desde España y Portugal hasta Bulgaria y Rumanía, pasando por Polonia o Hungría-, alcanzar niveles de convergencia con los demás países miembros.

Aquella solidaridad ha dejado de existir cuando solo ha sido posible llegar a acuerdos bajo mínimos que prevén medidas que serán aplicadas de forma voluntaria. Es decir, que los acuerdos serán ignorados por los países que se han opuesto netamente a aceptar inmigrantes en su territorio incluso tratándose de una crisis humanitaria. La falta de solidaridad ya se puso de manifiesto cuando varios países cerraron sus fronteras y se negaron a aceptar las cuotas de personas que les habían sido asignadas. La última reunión no ha hecho más que certificar el entierro de aquel principio. Esta era la primera cumbre a la que asistía Pedro Sánchez. En el panorama de desahucio, ha hecho gala de sensatez. España recibirá fondos (se prevé el aumento de llegadas) a cambio de ayudar a Angela Merkel acogiendo migrantes que estén en Alemania.

La triste ironía de esta cumbre es la de que no existe ahora una crisis migratoria. El número de migrantes que han llegado a Europa de forma ilegal ha caído el 96% con relación a las cifras de finales de verano e inicios de otoño del 2015. El nivel de llegadas es muy inferior al de antes de aquel año. Y en el caso concreto de Italia, su número es el 80% inferior al de los seis primeros meses del año pasado. Lo que la UE tiene es una gravísima crisis política y cuanto antes se intente afrontarla, mejor será para todos. El fenómeno migratorio no desaparecerá y una Unión Europea responsable debe saber gestionarlo con soluciones a largo plazo y cortar el paso a más populismo.