Llegamos al debate más importante del año en la Diputación Provincial. Coincide con noticias frescas sobre quien presidió estos plenos durante 16 años. Casi todos sus herederos continúan allí sentados, desmemoriados, silbando la canción del olvido.

Vivimos un tiempo que suele tragarse a las personas. Nos ocurrirá a todos con más pena o con más gloria, pero resulta irónico que el último debate de los presupuestos de la era del PP coincida con las noticias judiciales que todos conocemos. Todo un símbolo. Como si un pájaro de mal agüero sobrevolase el Palacio de las Aulas para recordarles de dónde vienen y quiénes son. Pero lo que verdaderamente importa es que este tiempo también coincide con el aumento de la desigualdad en nuestra sociedad.

Nunca tuvimos unos dirigentes provinciales tan presuntuosos en su éxito económico y nunca la realidad social denunciada por organizaciones independientes retrató una sociedad más empobrecida. ¿Es razonable en estos tiempos, una diputación rica y unos municipios y sus ciudadanos pobres? Llegamos a un debate con las clases medias tocadas y heridas y un 32% de exclusión social. Pobreza infantil y recorte de derechos esenciales que, constitucionalmente, deberían garantizar la igualdad de oportunidades. Una nación -y su gobierno al frente- sólo tiene sentido si protege a los vulnerables. Aunque descubra cuál va ser el eje de nuestra intervención mañana en el pleno, no importa. Lo que importa es que, como en los últimos años, esté presente la denuncia radical y argumentada de que otra política es posible.

Esta diputación vive encantada de haberse conocida a sí misma. Comparada con el resto de las administraciones, su gestión financiera es relativamente sencilla. Antes de abrir la persiana, sus ingresos llenan la caja sin mayores quebraderos. Qué diferentes son los partos en la inmensa mayoría de los ayuntamientos. Los socialistas vamos a proponer cinco grandes ejes alternativos que le darían la vuelta a la rutina de una institución que todavía no ha encontrado su encaje en el conjunto de la arquitectura institucional del siglo XXI.

Nuestra propuesta pretende que las principales apuestas fluyan en la lucha contra el desempleo; un plan contra la exclusión social; un Plan de movilidad intraprovincial que vertebre las distintas zonas rurales y el litoral, una implicación de la Diputación en el cambio de modelo productivo. Es decir, de qué van a vivir nuestros jóvenes mañana y pasado mañana. Y, finalmente, una diputación objetiva y seria en sus ayudas. H

*Secretario general del PSPV-PSOE provincial y portavoz en la Diputación