Alfonso Guerra se propuso “dar a España una pasada por la izquierda que no la iba a reconocer ni su madre”. Bastante hizo. Politizó la selección de jueces porque “se ha muerto Montesquieu”. La guerra sucia y la corrupción hicieron bandera entre los suyos. “La derecha ha robado durante dos mil años, ahora nos toca a nosotros” decían en sus filas. Pero la pasada por la miseria moral y política nos la han dado en los últimos siete años. Que las tórtolas y los palomos se juren amor eterno (mientras dure) con unos papeles u otros es lo de menos, se reduce a una cuestión semántica. Pero la eliminación de la oposición que pretendía el Pacto del Tinell era un totalitarismo demasiado burdo y la Educación para la Ciudadanía inaceptable. Nuestros hijos y nietos no pueden ser adoctrinados en el pensamiento único por el Estado. La educación tiene su razón y base en la familia.

En poco más de dos meses, el nuevo Gobierno ha adoptado muchas reformas y anunciado otras, para que los españoles seamos rescatados de la miseria moral y económica en que nos sumió el socialismo, heredero directo de Marx el de las ideas fracasadas, no de Marx el genial, el de “más madera”; y de Lord Keynes, el economista equivocado, que hoy solo figura en los libros Historia de Economía. En Occidente, y como no en España, somos hijos de Grecia, de Roma y del Cristianismo. La Escuela de Salamanca en el siglo XVI creó el Derecho Internacional y la Economía Mercantilista, hoy en aplicación en muchos países prósperos.

Más de 30 años ha durado la legislación laboral y los sindicatos franquistas, bajo la denominación de agentes sociales, impidiendo que alcanzáramos el ritmo de otros países europeos avanzados. Los dos grandes sindicatos han sido atacados, tal vez, de muerte. Ya no controlarán los convenios colectivos, empresarios y trabajadores pactarán libremente en cada empresa, sin prórrogas a la trágala, y se asesorarán de quien quieran. Ya no tendrán en exclusiva los cursos de formación, que daban o no daban por completo, serán transparentes y adjudicados por concurso público, al que podrá acceder cualquier centro de enseñanza. Y las subvenciones recortadas. La gente quiere que se eliminen a los sindicatos, a la patronal y a todo quisque. Se están acabando los chollos.

Desde luego los agentes sociales que más vemos en prensa y televisión no visten trajes de Milano, ni de Forever Young, pero exhiben caros pelucos: Rolex, Raymond Weil, Maurice Lacroix y otros. Tendrán que traerse de casa la comida en un tupperware o un bocata, parece que eso de comer en el Hotel Villamagna, se acabó. Y los cruceros también. No se han inmutado ante cinco millones de parados, ahora son ellos los que van a padecer la crisis. Si no demuestran que son útiles a la sociedad acabarán en el paro.

El 21 de marzo del 2004 Mariano acababa de perder sus primeras elecciones. Mediterráneo me publicó, en esta misma sección, un artículo que titulé Buen político, candidato flojo. Durante siete años todos le han criticado y minusvalorado como aspirante a la presidencia del Gobierno, incluso muchos peperos preferían a Gallardón, a Esperanza o a otro, proponían candidatos para todos los gustos. Ahora Mariano ha llegado al poder y gobernar sabe, tal vez nadie lo haría mejor. Es concienzudo y trabajador, no miente y tiene una idea total de España y sus problemas, por eso los está atacando con reformas en todos los campos a un mismo tiempo. Sabe que estamos en la UVI, pero nos aplica el tratamiento adecuado. La solución es la solidaridad entre todos. Nos lo enseñó Jesús. Primero pusieron en común todos los panes y los bendijo, luego repartieron y sobró. H