Ayer terminó la liga en la 1ª División en la que nuestro representante provincial participará, con su sexto puesto, por décima vez en una competición europea. Pero en el fútbol no todo son alegrías. También hay un lado oscuro, sobre todo si los hechos se producen en el fútbol base. Hace un par de semanas un partido entre alevines (10-11 años) acabó en un linchamiento al técnico visitante quien tuvo que ser hospitalizado. Después de un rifirrafe sin importancia, aficionados y familiares saltaron al terreno de juego y acorralaron al entrenador en una esquina del campo. Lamentable, sin duda.

Pero en la vida, no solo marca la agresión física, pues la hostilidad puede ser mas perjudicial incluso. El caso al que nos referimos ocurrió también entre alevines cuando el Rácing de Santander ganó 34-1 al Deportivo Calasanz. Un gol en contra cada minuto y medio. El entrenador del Calasanz intentó en el descanso que los del Rácing aflojaran, pero le dijeron que no, que para ellos respetar al rival era jugar a tope. ¿Aflojar el ritmo es una falta de respeto al rival? La competición es competición, pero en la base debe primar la formación y el respeto al contrario como un valor a inculcar en los chavales. En esto los padres también tienen mucha culpa pues presionan a sus hijos, se obsesionan para que su hijo brille y critican duramente al entrenador. Conviene recordar que la formación humana debe estar por encima de la deportiva. H

*Psicólogo clínico

(www.carloshidalgo.es)