El desmembramiento de la estructura organizativa patronal de la provincia de Castellón está llegando ya a su disolución definitiva. La Confederación de Empresarios de Castellón, gobernada por una gestora que ya no representa prácticamente a nadie, deberá decidir ya su disolución en breve, tras unos años de progresivo declive originado por un desapego constante de las empresas y empresarios castellonenses, por una falta de regeneración y renovación que se ha cobrado casi una década de tiempo perdido y por una pésima administración que la ha llevado a su total quiebra y a graves problemas judiciales en relación a su dependencia de la teta pública con los programas de formación.

Este progresivo deterioro no ha sido potestad solo de Castellón. La patronal alicantina ha sufrido el mismo proceso, incluso mayor en perjuicios monetarios, al igual que la patronal autonómica Cierval, organización integradora de las tres patronales provinciales, que ha experimentado el mismo fin. La desaparición por quiebra.

Como se puede suponer, por tanto, han fallado las estructuras, han fallado las personas, han sido erróneas las relaciones internas, se han equivocado las relaciones con la administración, podridas por los fraudes de la formación, y en ningún caso, especialmente con la llegada de la crisis a partir del año 2008, se ha sido capaz de reaccionar y cambiar formas, modos y fondo. Las consecuencias son evidentes. La patronal autonómica disuelta, la de Castellón a punto y Coepa, la patronal alicantina, dando coletazos en sus últimos estertores, argumentando un individualismo suicida contra el centralismo valenciano que no podrá prosperar porque sus pies son de barro y quebrarán ante las embestidas de sus deudas y requerimientos judiciales habidos y por llegar.

En definitiva, ha fallado el modelo. Y por tanto, si una de las patas del sistema socioeconómico valenciano, una tan importante como la voz empresarial, falla el conjunto, el modelo actual de relaciones, cojea y corre el riesgo de convertirse en fallido. Más si tenemos en cuenta que otra de sus bases, la sindical, ha entrado también con la crisis en un declive progresivo y de falta de representatividad muy grave y que el tercer pilar, la administración política, está como está, inmersa continuamente en tensiones internas fruto de la pluralidad de partidos que han conformado los distintos gobiernos, especialmente el gobierno de la Generalitat.

La radiografía del sistema de diálogo social en una etapa tan importante de inicio de la reactivación tras la peor crisis de nuestra historia, como vemos, está hecha unos zorros y precisa de recomposición. Y una recomposición rápida y de bases sólidas.

DIAGNÓSTICO Y PROPUESTAS. El diágnostico de solución a las crisis sindical y política, aletargado para la primera y en plena ebullición para la segunda, lo aparcamos ahora por su complejidad . Pero el de la vía empresarial, el más reciente y el más precipitado y convulsivo, hay que analizarlo ya, precisamente porque es el primero que está intentando una salida.

La ha planteado la patronal provincial de Valencia, en manos de Salvador Navarro. Esta organización empresarial, la CEV, la más saneada de las tres, seguramente porque es la que menos había caído en los vicios de las otras dos tapada por la ya desaparecida Cierval, ha decidido convertirse en patronal autonómica tutelada por la CEOE para proponer un nuevo modelo organizativo empresarial. Gustará más o menos, pero ha sido el único y se ha propuesto como solución de continuidad, sin grandes rupturas ni tensiones y contando con el apoyo de las más potentes patronales sectoriales, en nuestro caso, la de la patronal cerámica Ascer, a la que más que probablemente seguirán en las próximas semanas, el transporte, el turismo y otras, certificando con ello la defunción absoluta de la CEC.

Esta vía ha presentado, como digo, un modelo de relaciones empresariales y de estructura muy diferente al anterior, cuyo valor más positivo es la independencia casi absoluta de la teta pública y el más negativo, la falta de vertebración territorial y por tanto proclive al centralismo valenciano. Alicante, por ejemplo, se ha opuesto con radicalidad. Y Castellón, aunque también lo haría, como ya no posee estructura (la CEC no existe) no tendrá más remedio que asumirlo. Mañana, Navarro se lo planteará oficialmente a los restos de la CEC con el precedente claro de que las patronales sectoriales que la dinamitaron ya en su etapa de estertor insostenible con José Roca y Rafael Montero, lo apoyan.

Esta nueva vía empresarial está aún por conformarse definitivamente... pero al final, por incomparecencia o por eliminación, es la única y es la que saldrá adelante. Habrá que esperar para ver cómo evoluciona, para ver qué apoyos empresariales (de los de verdad, los que pagan las cuotas) es capaz de recopilar y para ver si logra penetrar en el ánimo y la voluntad de empresas y empresarios, conscientes de su necesidad pero también poco dados a la participación activa colectiva. Ya saben, el individualismo exclusivo es una de las características más significativas del empresariado valenciano y castellonense en particular.

Precisamente por esta razón, es más que probable que en Castellón también se desarrolle, de forma paralela, con ánimo de convivencia y nunca de solapamiento con la patronal oficial, la vía empresarial del club o del lobi, tal cual ocurre con la asociación de los grandes empresarios valencianos liderados por Juan Roig y Vicente Boluda en AVE y donde desde el principio están los más potentes empresarios castellonenses. Sería conveniente que ocurriera para que esta provincia, con problemas y déficits propios y particulares, tuviera voz propia y diferenciada en el conjunto del sistema socioeconómico valenciano y evitara ser engullida por el centralismo habitual. Quizá ocurra o quizá baste con AVE. Tiempo por venir y por hacer.

(*) Director del Periódico Mediterráneo