Querido lector/a, en el encuentro de militantes que en el marco de las primarias del PSOE llevó a Patxi López a la agrupación sociata de la Vall, se me acerca un afiliado de otro pueblo y me dice: «oye, esto de la vía vallera es de puta madre. Con estos rollos de las conferencias os lo montáis para ganar protagonismo». Opinión que me provocó algún recuerdo y me obliga. Me provocó algún recuerdo, porque me revivió al Albert Camus que observando que estaban alabando una parte de uno de sus libros, manifestó que no aceptaba halagos a un detalle menor que no tenía valor sin el resto. Me obliga, porque sentí algo parecido. Y es que, no hay vía vallera, pero si existiera, las charlas serían anécdota. La acción política del PSPV-PSOE de la Vall pivota sobre dos ideas: entenderla como un compromiso estable y permanente y, al tiempo, ser útil a la sociedad en la que vivimos y al partido del que formamos parte.

Digo con ello, que no hablo de personas ni de esfuerzos sobrenaturales. Afirmo, que desde la imperfección de la condición humana, y sabiendo que unos se implicarán más que otros, nuestro compromiso político se mantiene fiel a la responsabilidad aceptada en su día. Nada que tenga que ver con la política como distracción pasajera, ni con un partido que parezca un restaurante en el que se pueda salir y entrar o hacer o no, cuando apetezca. Digo, también, que ser útil para la sociedad nos obliga a la prioritaria colaboración con nuestros compañeros en unas instituciones con deudas, con problemas que afectan a los vecinos y sumidas en el desprestigio. Utilidad que, en momentos de necesaria renovación de la socialdemocracia para que siga siendo portadora de esperanza, nos reclama que el partido no sea un sujeto pasivo y abra las puertas a la reflexión --de ahí las charlas-- al que pueda ayudarnos a configurar una opinión, un voto o una enmienda desde la libertad y el conocimiento.

*Experto en extranjería