Querido/a lector/a, a pesar que hace días que ha pasado lo de la moción de censura de Pedro Sánchez y el PSOE contra Mariano Rajoy y el PP, aún perdura en conversaciones y medios aquello de: ¿Y ahora qué?

Posiblemente porque esa duda tiene base lógica. Y es que, los fundamentos sobre los que Pedro Sánchez levantó su presencia en la Moncloa son frágiles. Me refiero al pequeño grupo parlamentario propio y al abanico de fuerzas políticas muy dispares, fraccionadas e, incluso, confrontadas en lo ideológico. Pero, también, es cierto que esa duda permanece porque el futuro tiene elementos o aspectos provocados y con vocación de desestabilizar. Surgen, por así decirlo, de quienes apoyando, o no, la moción, ven que alguien les ha pisado las ilusiones. Me refiero a un PP que, fuera de la Moncloa dividido y sin líder, ya no convocará las próximas elecciones. Pero, también a unos Ciudadanos de Rivera que, según las encuestas contaban con ser el primer partido del centro derecha (para eso necesitaba que el PP siguiera o unas elecciones) y ahora se les bajan los humos y las encuestas. Además, y no los quiero olvidar, a esa duda mal intencionada se suman los de Podemos al avisar de que como consecuencia de que a Pedro Sánchez se le ha olvidado incluirlos en el gobierno, se le puede abrir un «calvario».

Querido/a lector/a, al no tener vocación de profetas, reconozco que no sé lo que va a pasar o hará Sánchez. No obstante, y según mi criterio, el papel del Gobierno de Sánchez solo tiene sentido, si en el marco de una acción política limitada y breve toma una docena de medidas que afecten profundamente a la realidad social, que señalen el carácter emancipador de la política al ser el único poder al alcance de la mayoría, de los que no tienen poder y, sobretodo, que vayan en beneficio del bien común y ayuden a la credibilidad de la acción pública. Después que convoque elecciones.

*Analista político