E l ferrocarril es uno de ele mentos centrales para una economía baja en carbono y - el impacto de los servicios de alta velocidad en España durante los últimos 25 años lo pone de manifiesto con datos fehacientes.

La actividad de transporte de Renfe en los servicios de alta velocidad entre 1992 y 2016, tanto de larga distancia como de media distancia, han permitido un ahorro para la sociedad estimado en 4.286 millones de euros si se evalúa en términos económicos el impacto sobre el cambio climático, la contaminación y la tasa de accidentes que habría tenido que realizar este transporte por otros medios. En dicho periodo de tiempo, los servicios de Renfe han sido utilizados por 346 millones de viajeros.

Según este supuesto, de no haberse empleado el ferrocarril se habría generado un aumento de las emisiones de CO 2 (gas de efecto invernadero) por transporte en España de más de 12,9 millones de toneladas y un incremento en el consumo energético de más de 2,6 millones de toneladas equivalentes de petróleo (Teps).

Son datos de ahorro de costes externos, minimización de la huella de carbono y ahorro de consumo energético generados por los servicios de Renfe de acuerdo con la metodología de sustitución modal contenida en el estudio Carbon Footprint of Railway Infraestructure, UIC y la evaluación de externalidades del estudio Costes Externos del Transporte en Europa (Ce Delft, noviembre de 2011).

La principal aportación de este informe técnico es demostrar con procedimientos de medida estandarizados y científicamente aceptados que el ferrocarril "es el modo que genera menos costes externos, especialmente comparado con otros modos dependientes de los hidrocarburos", tal y como detallan fuentes de Renfe.

Hacia las cero emisiones Otro dato a tener en cuenta es que el 89% del volumen de transporte de viajeros y mercancías de Renfe se desarrolla por redes electrificadas y está, por tanto, parcialmente descarbonizado en base al actual mix eléctrico (53% sin emisiones y 33% renovables).

Cabe resaltar que la empresa ya ha reducido su huella de carbono un 56% desde 1990 (año base del Protocolo de Kioto) hasta situarse en 24,2 gr de CO2 por unidad transportada y mantiene activa una estrategia de sostenibilidad y eficiencia energética que incluye un nuevo acuerdo con Adif.

El objetivo es "profundizar en varias áreas propias del sistema ferroviario, optimizar las prácticas de consumo y ahorro de energía y consolidar proyectos de innovación para analizar la tracción mediante gas natural licuado o pilas de hidrógeno como potenciales sustitutos del combustible fósil".

Comparada con los datos técnicos del año 1990, la intensidad energética del sector ferroviario (energía final consumida por unidad transportada) ha decrecido un 33% en todo el mundo. Más de un tercio de la energía utilizada en los ferrocarriles es eléctrica y un cuarto de las líneas están electrificadas a nivel mundial.

Según la Agencia Internacional de la Energía (IEA, siglas en inglés) y de la Unión Internacional del Ferrocarril (UIC) , el transporte es responsable del 23% de los gases de efecto invernadero (GEI) por consumo de combustible y se espera que la demanda de movilidad mundial de viajeros y mercancías se duplique entre 2010 y 2050, como consecuencia de la globalización económica y la pujanza de los mercados.

Mientras el 8% del transporte mundial se hace por ferrocarril, el volumen del gases de efecto invernadero que genera es del 3,5%, ya que las emisiones de CO2 del ferrocarril son sustancialmente menores a las de otros modos de transporte. Las emisiones de CO 2 específicas del ferrocarril se han reducido un 63% en el caso de viajeros y un 48% en el caso de mercancías entre los años 1975 y 2013.