"Era lo que yo quería, ganar dinero, ayudar a mi familia", formula Abdel, de 19 años, Abdel el Gufairi, nombre marroquí, cuna marroquí, nacido, para ser exactos, en Beni Melal, a los pies del Atlas, hace 19 años; pasaporte, no obstante, español. "Llevo aquí toda la vida», dice. Tenía 16 --tres años ha, casi cuatro-- cuando acabó cuarto de ESO, el final, por lo tanto, de la enseñanza obligatoria, y entonces hizo lo que muchos por aquella época, porque se podía, porque había opciones: buscar un trabajo.

"Siempre he vivido en Cornellà. Estudié primaria en el Jacint Verdaguer y la ESO en el Maria Aurèlia Capmany, pero en cuanto pude me puse a trabajar, no solo para ayudar a mi familia sino porque, bueno, el tema del estudio no me gustaba. Me gustaba más el dinero, la verdad". En su familia eran cinco ("soy el mayor de tres hermanos") y el único que trabajaba era el padre; trabajaba, en pasado. Ahora está en el paro.

En una economía, la española, que aún parecía sólida, Abdel se acogió a la opción de empezar a trabajar cuanto antes, y pensando siempre en el dinero y en ayudar a su familia se apuntó a una fundación (Llindar) que le abrió las puertas del mundo laboral. "Me metieron de prácticas en un restaurante. Estuve dos meses de ayudante de cocina; hacía pan, cortaba postres, ayudaba al cocinero, limpiaba. Al final el jefe me dijo que tenía la plantilla completa y no podía cogerme, así que fui a otro restaurante, hice una práctica de 15 días y entonces sí me contrataron".

Tres meses buscando empleo

Allí estuvo tres años. Empezó con un sueldo de 650 euros y acabó con uno de 900, y pudo contribuir a la economía familiar; que era lo que importaba. Abdel, su horizonte, era trabajar, seguir trabajando; ganar para vivir o al menos para sobrevivir. Pero llegó la crisis. "Un día dijeron que sobraba alguien en la plantilla. Y como yo era el ayudante... Quieras que no, la crisis pasa factura a la gente joven, a la gente con menos experiencia". Durante varias semanas Abdel se dedicó a buscar trabajo ("por las mañanas, por las tardes, enviando currículos, hablando con amigos, preguntando... Estaba convencido de que al final encontraría algo, pero no, nunca encontré nada"), y al cabo de tres meses se rindió ante la evidencia.

"Estoy haciendo un curso de reparación y mantenimiento de edificios". ¿Y la cocina? "No, no más cocina. La hostelería es un sector muy esclavizante, y uno de los más golpeados por la crisis, además". Abdel se transforma, pues, laboralmente se reinventa. "Necesito alternativas. Necesito un trabajo: la situación de mi familia no es la mejor". La fe no la pierde, a pesar de lo que ve cuando mira a su alrededor. "¿Sabe qué veo? Una generacion que ha tocado fondo. Tengo muchos amigos que buscan trabajo y se han deprimido porque no encuentran nada, porque es imposible encontrar algo. Y han renunciado. Ya no buscan, ni tienen ganas de formarse, nada. Se pasan el día en la calle".