Desde ayer, Tarajal ha pasado a denominarse la playa de la muerte. El mar expulsó otros cinco cadáveres del centenar de subsaharianos -esta cifra la manejan los supervivientes de la tragedia- que se echaron el jueves al mar para rodear un espigón y alcanzar la orilla española, en Ceuta. En total, la policía marroquí había contabilizado anoche 14 cadáveres, de los que solo dos habían sido identificados por amigos y familiares en la morgue de Tetuán, en el norte de Marruecos. Eran senegaleses. El resto se encuentran en los depósitos de cadáveres de Castillejos y Rincón, a los pies de la ciudad autónoma de Ceuta, según fuentes del colectivo Aljaima en Tánger, que defiende desde hace más de una década los derechos de los inmigrantes. Ante la magnitud de la tragedia, la defensora del Pueblo, Soledad Becerril, decidió ayer abrir una investigación de oficio para aclarar cuál fue la actuación de la Guardia Civil, a la que numerosos testigos directos y distintas organizaciones sociales acusan de haber disparado balas de goma y de fogueo y gases lacrimógenos contra los inmigrantes cuando estos se encontraban en el agua, lo que pudo contribuir a que algunos se ahogaran.

En concreto, la Defensora pedirá a la Delegación del Gobierno en Ceuta que especifique “el número de personas de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que participaron en el refuerzo de la frontera y el material antidisturbios utilizado”.

En contra de la versión de algunos de los supervivientes y testigos y de varias organizaciones sociales y humanitarias que trabajan en el norte de Marruecos, que calificaron de “inhumana” la actuación de los agentes, el director general de la Guardia Civil, Arsenio Fernández de Mesa, negó que los agentes hubieran empleado armas de fuego y pelotas de goma contra los subsaharianos fallecidos. “Es muy injusto que alguien pueda pensar que la Guardia Civil ha disparado a algún inmigrante cuando lleva muchos años defendiendo y arriesgando su vida por estas personas”, afirmó. Y añadió: “La actitud de los inmigrantes fue de una agresividad descomunal, ya que no solo arrojaron objetos y piedras a los agentes, sino que también llegaron a destrozar una garita de vigilancia y dañaron un vehículo”.

TRAS LAS CONCERTINAS // La polémica desatada por las muertes de Ceuta amenaza con dejar pequeña la suscitada el pasado año por la instalación de las controvertidas cuchillas o concertinas en la valla de Melilla, que la madrugada de ayer trataron de superar sin éxito otros 1.400 inmigrantes divididos en varios grupos. H