El suicidio de Ekai, un adolescente transexual residente en la localidad vizcaína de Ondarroa, ha reabierto el debate sobre la necesidad de actuar con rapidez ante los casos de jóvenes menores de edad cuyo sexo registral no coincide con su género. Tenía 16 años, pero tras una larga espera para conseguir un tratamiento hormonal que frenase su pubertad, se ha rendido. Su madre se lo encontró ayer muerto en su habitación.

Su fallecimiento ha conmocionado a las familias de la asociación Chrysallis Euskal Herria, que lleva años trabajando para lograr una ley que reconozca los derechos a los menores que atraviesan situaciones como las de Ekai. Sus responsables lamentan las «demoras» en los tratamientos, lo que unido a los obstáculos sociales colocan a los jóvenes en una situación límite.

En el caso del menor vasco, ya estaba siendo atendido en la Unidad de Género del Hospital de Cruces, en Bilbao, pero los resultados no llegaron a tiempo. Ekai no era capaz de mirarse al espejo, y los cambios de la pubertad acabaron siendo insoportables. La lucha de sus padres, Ana y Elaxar, que incluso acudieron a la televisión para dar a conocer su caso, se ha visto truncada.

Desde Chrysallis denuncian además que el protocolo sanitario es muy estricto.