Los alumnos de tercero de Primaria tendrán este año el reto de enfrentarse a su primer examen externo. Se trata de unas pruebas cuyos resultados no contarán para el expediente, pero que en su forma poseen la rigurosidad digna de una reválida. Y es que las niñas y niños de ocho y nueve años serán los primeros en estrenar una prueba fruto de la implantación de la LOMCE.

La finalidad de estos controles es meramente diagnóstica. Pretende comprobar las competencias de los alumnos de tercero tanto en expresión y comprensión oral y escrita como en cálculo y resolución de problemas.

Los conocimientos, destrezas y actitudes que se valoran de estas competencias vienen fijadas por el Ministerio de Educación, que ya ha hecho público en su página web el marco general de evaluación y los modelos de las pruebas, elaborado en colaboración con 14 de las administraciones educativas. Estos exámenes se presentan como un instrumento para detectar de manera precoz las dificultades en el aprendizaje. Una vez obtenidos los resultados, se entregará un informe individualizado a cada alumno. También se hará uno para la dirección del centro y el equipo docente. Habrá un tercer informe para la administración educativa.

El director del Observatorio internacional de la profesión docente, Francisco Imbernón, considera que “se debería confiar más en el profesorado y en los centros que ya realizan evaluaciones”, puesto que estima que “son los que mejor conocen lo que pasa”.

En cada unidad de evaluación se le presentará al alumno una situación o caso práctico. A partir de él, deberán contestar a un conjunto de preguntas. Las respuestas pueden ser de distintas opciones. Lo que el Ministerio pide es que las pruebas resulten atractivas y motivadoras para los menores y que haya dos días de diferencia entre las pruebas de lengua y de matemáticas.

Otro experto en Pedagogía, Enric Roca, considera que, aunque sean pruebas externas, la evaluación debe ser interna. H