a bióloga marina Nan Hauser, de 63 años, lleva casi tres décadas dedicada al estudio de las ballenas. Las conoce bien, aunque lo que le acaba de suceder en aguas del Pacífico es algo extraordinario. Por eso, lo ha compartir en Facebook, en un vídeo que ya se ha hecho viral.

Una ballena jorobada de 20 toneladas la salvó del ataque de un tiburón tigre que estaba dando vueltas cerca de ella. El animal se valió de su cabeza para impulsar a la mujer hasta la superficie y alejarla del escualo, que medía cuatro metros y medio.

Después, la ballena la protegió bajo su aleta pectoral y la empujó lejos, hasta un lugar seguro. Incluso otra ballena también participó en su protección. Según ha relatado Hauser al diario Metro, su vídeo es la prueba definitiva del instinto que tienen las ballenas para proteger no solo a los de su especie, también a los humanos.

"No estaba segura de lo que hacía la ballena cuando se acercó a mí, y no dejó de empujarme durante 10 minutos. Me pareció que habían pasado horas. Acabé un poco magullada", ha relatado.

"Creí que podía morir"

En 28 años que lleva trabajando con ballenas nunca había visto nada así. El animal se insistía una y otra vez en colocarla en su cabeza, estómago y lomo e, incluso, taparla con su aleta pectoral. "Traté de alejarme de ella por miedo a si me empujaba demasiado fuerte o me daba con sus aletas o la cola, ya que podría romperme los huesos o dañarme los órganos", explica en el mismo rotativo. "Evité entrar en pánico porque sabía que se daría cuenta. Me mantuve tranquila, aunque creí que podía morir".

Finalmente, fue rescatada por el barco que la acompañaba en la playa de Muri, en las islas Cook. En cubierta Hauser aún alucinó más al comprobar que las dos ballenas subieron a la superficie como para comprobar que por fin estaba a salvo.

La bióloga marina espera que su vídeo sirva para seguir estudiando el comportamiento de estos mamíferos, ya que hasta ahora solo se había podido captar cómo ayudan a las focas -también escondiéndolas bajo sus aletas- para evitar ser cazadas por sus depredadores. "Realmente son altruistas, a veces a riesgo de perder sus vidas", ha explicado la bióloga.