La carrera espacial parece que toma empuje. Al finalizar el proyecto que llevó al hombre a la Luna en seis ocasiones, parece ser que entre la opinión pública la exploración de nuevos mundos decayó por dos motivos: porque la investigación de la Luna parecía algo rutinario y demasiado arriesgado para los humanos (recordemos el Apolo XIII) y, en segundo lugar, porque la exploración de otros mundos como Marte o Venus quedaba muy lejos de la tecnología de los años 70.

Sin embargo, las sondas robóticas enviadas especialmente por la agencia espacial estadounidense NASA, así como la europea ESA o, incluso, la japonesa, rusa y, en los últimos años, la poco conocida agencia espacial china, nos han devuelto resultados muy interesantes. No solo nos han ofrecido detallados conocimientos de climatología, orografía y condiciones de habitabilidad de otros mundos de nuestro sistema solar, si no que han abierto el camino a que, junto con las nuevas tecnologías desarrolladas en los últimos años, el viejo sueño de recorrer unos 120 millones de kilómetros para llegar a Marte y aterrizar sobre su superficie empiece a acariciarse como una realidad científica.

La presencia de agua en el planeta rojo, las posibilidades de crear hábitats artificiales para estancias de larga duración, el interés por el estudio astrobiológico (no descartamos la presencia de formas de vida muy primitiva presente o pasada) y la tecnología existente nos permiten afrontar la carrera por llegar a Marte de forma seria.

No solo es una inversión importante en investigación y desarrollo, con un retorno a la sociedad en forma de avances científicos; es también una historia de exploración necesaria para la raza humana, que en unos pocos centenares de años se tendrá que plantear salir de nuestro planeta natal.

A pesar de que los recortes de NASA anunciaban que la primera misión —denominada momentáneamente EM1— de prueba fuera de la atmósfera de este conjunto se retrasaría hasta el 2019, ahora sabemos que la intención de NASA es realizarla con astronautas, adelantándose así dos misiones a las pruebas.

Las cifras millonarias en inversión, los socios de viaje y la fecha para una primera órbita de tripulación alrededor del planeta rojo son muy variables, pero el gobierno de Estados Unidos considera viable realizarla antes de 2030. La primera persona que pisará Marte está ya en uno de los colegios de la Tierra aprendiendo matemáticas.

El pistoletazo de salida para la proeza más grande de descubrimiento de la raza humana está ya realizado.