Cassandra Vera lleva mal esta fama sobrevenida por una sentencia que ni siquiera acaba de comprender. Tiene solo 21 años y no se quita de la cabeza que su proyecto de vida se ha ido al traste. Después de atender a una decena de medios de comunicación desde las ocho de la mañana, hace un esfuerzo para responder a nuestras preguntas.

--¿Cómo te encuentras?

--Agotada, asustada y nerviosa con lo que va a pasar con mi futuro. La inhabilitación absoluta de siete años hace que no pueda tener derecho a beca. Y es fundamental para que pueda seguir estudiando, porque soy becaria desde el primer curso. Y estudio gracias a eso. Con ella pagaba los mil euros que me cuesta la matrícula.

--¿Qué estudias?

--Estoy en segundo curso del grado de Historia.

--Te ibas a dedicar a la docencia.

--Sí, es mi proyecto de futuro. Me lo han destrozado. La inhabilitación me impide el acceso a cualquier cargo público. No puedo ser funcionaria.

--Entiendo que tus padres no te pueden ayudar económicamente.

--Mi padre cobraba los 410 euros por estar en el paro de larga duración. Tienen esta ayuda y vivían de eso, pero no sé si la siguen cobrando porque no tengo mucho contacto con ellos. No viven en Murcia.

--Tu condena ha despertado un gran movimiento de solidaridad que a lo mejor te alcanza para continuar con tu formación.

--Sí. He puesto una cuenta de paypal para pagar las costas del juicio y los estudios.

--¿Qué balance haces de las reacciones que ha suscitado la sentencia?

--La inmensa mayoría de la gente me está dando su apoyo. No solo figuras públicas, como diputados de Unidos Podemos y sus confluencias, sino gente anónima en la red, que me han prestado todo su apoyo porque mi situación es muy injusta.

--¿Vais a recurrir?

--Sí. Ante el Tribunal Supremo y, si fallara en nuestra contra, iríamos al Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que es al final quien defiende a las personas como yo que los han visto vulnerados.

--¿Lo volverías a hacer?

--No, pero no porque me arrepienta, sino por todo lo que ha pasado.

--Tu entorno familiar, los amigos, ¿te han apoyado?

--Todos me han apoyado desde el principio, la verdad. Ha sido un alivio tenerlos ahí.

--Como transexual debes estar acostumbrada a ir contracorriente. Colaboras, creo, además, en los movimientos LGTB.

--Sí, estoy inmersa en esos movimientos, pero prefiero no hablar de este tema.

--¿Te imaginabas cuando hicistes esos chistes que podrían acabar con una condena de cárcel?

--No. Nunca pensé que podrían condenarme. Entre otras cosas porque los chistes sobre Carrero Blanco son un humor muy repetido a lo largo y ancho de toda España.

--Hay gente que en Twitter te ha reprochado haber hecho otros chistes deseando la muerte de Cristina Cifuentes cuando tuvo el accidente de moto.

--La verdad es que ni siquiera recuerdo si los hice. Los he buscado y no los encuentro. Yo tendría por entonces 15 o 16 años. Alucino con que incluso gente conocida se dedique a buscar estos tuits que igual son 'fakes', porque, repito, yo no recuerdo haberlos hecho.

--¿Gente conocida?

--Sí. Beatriz Talegón, por ejemplo. Si a alguien le interesan los tuits que hizo una cría de 15 años es que tiene un problema. El problema de Talegón es que es un cadáver político y tiene que buscar fama.

--Tú, por supuesto, nunca has deseado la muerte de nadie.

--Eran chistes y ya está. Todo tiene ese contexto. Es muy triste que se pongan a buscar tuits del 2012. Incluso hay gente que, como quiero ser profesora, dice haber encontrado tuits míos diciendo que odio a los niños. El nivel de patetismo de este vertedero que es Twitter es acojonante.

--¿Vas a seguir en la red social?

--Sí. No sé qué futuro tengo, pero sigo en Twitter.

--Te veo ya muy harta.

--Un poco. Es que estoy muy tocada.