Todavía abrumado por la repercusión de su caso, el principal empeño ahora de Daniel Serrano es conseguir el dinero para pagar la multa de 480 euros a la que fue condenado por un juzgado de Jaén por publicar en las redes sociales una imagen de Cristo con su cara. "Fue una broma que no tenía intención ofensiva, es un abuso, a ver si se enteran que estamos en el siglo XXI", clama. Y calcula cómo poder hacer frente a la sentencia con el sueldo que ha ganado en los escasos días que ha trabajado recogiendo aceituna, porque él está en paro y se gana la vida de lo que sale. El cálculo ya lo tiene hecho: son diez jornales de trabajo, pero la campaña ya ha terminado. "No sé cómo lo voy a hacer", confiesa.

Hijo de una limpiadora y un ferrallista "que sí son más practicantes, yo estoy bautizado e hice la comunión, pero ya está", Daniel se declara creyente. Dejó los estudios en primero de bachillerato, y aunque sueña con ser ingeniero aeronáutico -"pero si se puede ser sin estudiar, que lo que hay que aprender para serlo no me gusta mucho"- desde entonces echa una mano en casa con cualquier cosa que sale. Desde reponedor a ayudante en una frutería, mecánico… "Sé hacer de todo", proclama orgulloso, a la espera de que pueda servirle para recabar el dinero que necesita.

El joven explica que la condena podía haber sido peor, ya que la Fiscalía elevaba la multa a 2.160 euros por un delito contra los sentimientos religiosos al entender que el fotomontaje era una "vergonzosa manipulación del rostro de la imagen" que evidenciaba un "manifiesto desprecio y mofa hacia la cofradía con propósito de ofender". Su abogado del turno de oficio pactó con los demandantes y logró rebajar la pena si reconocía su culpabilidad. "Estaba entre lo malo y lo peor, y escogimos lo malo". Una cantidad injustificada que ha irritado a las redes sociales, donde en los últimos días han proliferado los montajes similares con caras de internautas o hasta un dinosario. "Ahora está todo el mundo, y me alegro, a ver qué hace ahora la cofradía", dice, esperanzado en que se anule de alguna manera la condena. Agradece el apoyo mostrado e incluso las campañas iniciadas para recoger fondos.

"Pero la verdad, preferiría que no me ayudaran y que me quitaran la multa”, suelta de pronto. "Es abusivo que ese dinero se lo lleve la cofradía porque yo no quise ofenderles".

El joven, de 18 años, reconoce que de haber sabido lo que se le venía encima, "no lo hubiera hecho". Según explica a este diario, estaba en una reunión de amigos en abril de 2016 y empezaron de broma a hacer fotos a los poster de la pared y retocarlos poniendo sus caras. En el caso de la imagen del Cristo, probaron a ponerle su cara con un piercing en la nariz. "El resultado nos pareció gracioso y decidimos subirlo a Instagram". Junto al texto "sobran palabras, la cara lo dice todo, Makiaveli soy tu dios", en referencia al rapero Tupac Shakur, fallecido en 1996 y conocido también como Makaveli. Nada más, sin insultos ni mención alguna a la imagen religiosa. Simplemente hacer una gracia.

"La hermandad de La Amargura -una de las más señeras de Jaén- me dijo que lo quitara, porque ellos tenían los derechos de imagen sobre la figura de Jesús Despojado, y yo les dije que el montaje no era parecido a su imagen, y no tenía por qué hacerlo". Tampoco entró al trapo de quienes le insultaron al ver la imagen, "porque estaba en mi derecho de publicarlo". "Mis padres estaban indignados, y me decían que por qué lo había hecho, pero ya está, ya estaba hecho". Nadie en casa le dio mayor importancia, pero después le llegaría una notificación, que no entendía, avisando de que le denunciaban como autor de un supuesto delito contra el sentimiento religioso.