El Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) introducirá un cambio normativo por el que los nuevos permisos de explotación que se concedan a las plantas nucleares ya no tendrán ningún límite temporal. Hasta ahora solo se podían conceder por un máximo de diez años, pasados los cuáles debían volver a pedir la renovación. Cuando esté lista la nueva guía de seguridad 1.10, podrían funcionar hasta los 60 ó 80 años sin más trámite que someterse a una revisión general cada 10 años.

El cambio abre la puerta al alargamiento sine die del funcionamiento de unas centrales cuya vida útil al construirse era tan solo de 40 años, pero sobre todo sirve para blindar económicamente a su propietarios. Desde el punto de vista de la seguridad las revisiones cada diez años podrían ser suficientes o al menos así lo argumentan desde el organismo regulador, pero desde el punto de vista legal la cosa cambia. Y mucho. Las centrales que dispusieran de los nuevos permisos estarían en condiciones de exigir indemnizaciones multimillonarias en caso de que prosperaran las iniciativas parlamentarias de cierre escalonado similar al que se lleva ahora a cabo en Alemania.

El informe positivo a la petición de reapertura de Garoña ha sido el primer caso es que se ha concedido la renovación sin límite temporal. Aunque aún no está aprobada la nueva guía, el documento no pone limite temporal a la nueva explotación.