Religiosas residentes en Italia han denunciado trabajo "mal pagado" y "poco reconocido" cuando realizan tareas domésticas en las casas de cardenales y obispos, según ha desvelado el suplemento mensual femenino del diario oficial del Vaticano 'L'Osservatore Romano'. Varias religiosas explican a la periodista Marie-Lucile Kubacki cuál es su situación, cercana a la explotación laboral, en un artículo titulado 'El trabajo (casi) gratuito de las monjas' y publicado en la edición de marzo de 'Mujeres, Iglesia, Mundo', el suplemento de 'L'Osservatore Romano'.

Una de las historias es la que cuenta la hermana María (nombre ficticio), que llegó a Roma procedente de África hace 20 años y que describe cómo desde entonces ha estado recibiendo a religiosas de todo el mundo. "A menudo habló con monjas en una situación de servicio doméstico poco reconocido. Algunas de ellas sirven en las casas de obispos o cardenales, otras trabajan en las cocinas de instituciones eclesiásticas", precisa.

Según señala, estas religiosas "se levantan al amanecer para preparar el desayuno y no se van a dormir hasta que está servida la cena, la casa ordenada y la ropa lavada y planchada". "Las hermanas no tienen un horario fijo y su retribución es incierta, a menudo muy modesta", subraya.

Kubacki, especialista en asuntos religiosos, entrevistó para su artículo a varias religiosas que -usando seudónimos- denuncian, además de las condiciones económicas y sociales injustas que sufren, presiones psicológicas y espirituales. Sor María, por ejemplo, le reveló que muy rara vez las monjas que trabajan para el clero son invitadas a compartir en la mesa de comida. "¿Cómo puede un clérigo querer que su hermana le sirva la comida y luego la mande sola a comer a la cocina?", se pregunta la mujer.

DIFÍCIL DE DELIMITAR

Tal y como apunta la hermana Paula, una religiosa con una posición importante en la Iglesia, según precisa el suplemento, es difícil evaluar el alcance del problema del trabajo gratuito o mal remunerado y poco reconocido por parte de las religiosas.

"A menudo significa que las hermanas no tienen un contrato o un acuerdo con los obispos o parroquias con las que trabajan", explica la hermana Paula. "Les pagan poco o nada", asegura. Esto ocurre, según puntualiza, en escuelas, clínicas y, sobre todo, en el trabajo pastoral o cuando realizan las tareas domésticas en un obispado o parroquia. "Es una injusticia que también ocurre en Italia, no solo en tierras lejanas", subraya.

En el ámbito de los corresponsales de prensa que cubren informaciones del Vaticano a estas mujeres se les ha denominado 'monjas pizza', por el trabajo indiferente que hacen, explica la autora del reportaje.

EN DEUDA

Muchas de ellas, relata el artículo de 'L'Osservatore Romano', son mujeres que han llegado a Italia procedentes del extranjero -de África, Asia y América Latina- y que están pagando una deuda adquirida con la congregación religiosa a la que pertenecen.

En algunos de estos casos, se debe a que la orden cuidó de la madre enferma o porque facilitó que un hermano pudiera completar sus estudios superiores en Europa. A menudo provienen de familias muy pobres, donde algunos padres las presionan para hacer el viaje al extranjero para desempeñar su labor.

Si alguna de estas mujeres no soportara las indignas condiciones laborales y fuera devuelta a casa, su familia no lo entendería y la tildarían de "caprichosa". Muchas guardan silencio. Otras dicen tomar tranquilizantes para soportar la frustrante situación, aseguran las fuentes consultadas por Kubacki.

LA MONJA NO ES NADA EN LA IGLESIA

"Detrás de todo esto, todavía y por desgracia, está la idea de que la mujer vale menos que el hombre. Sobre todo que el sacerdote lo es todo, mientras que la monja no es nada en la Iglesia", dice la hermana Paula.

"Conocía a hermanas que habían servido durante 30 años en una institución de la iglesia y que cuando enfermaron, ningún sacerdote a los que sirvieron fue a verlas".