Pilar García, madrileña de Lavapiés de 55 años, ha acudido esta semana a la funeraria para elegir ataúd. También ha dejado anotado cómo quiere que sea su velatorio, y hasta el texto que llevará la corona. A finales de noviembre piensa reunir en su casa a su hijo, su hermano y tres personas más, y en compañía de ellos se va a tomar el compuesto químico que ya tiene preparado. A los cinco minutos, se dormirá. A los diez, un paro cardíaco acabará con su vida. Solo le falta elegir el día. “Uno que le venga bien a todos, no quiero molestar”, dice.

Pilar tiene la voz quebradiza y su aspecto dista bastante del que tiene en la foto que ilustra esta información, tomada este pasado verano, pero gasta un discurso contundente que borra de un plumazo todos los dimes y diretes que rodean el debate de la eutanasia. Desde hace 14 años viene batallando con el cáncer, al que venció en el 2000 y el 2007, pero hace un año y medio le anunciaron que su cuerpo era un campo minado de metástasis.

“Deseo morir como he vivido, consciente de todo lo que me ocurría. Quiero morir serena, no hecha un trapo”, declara.

En estos días ha dado la vuelta al mundo el vídeo de Brittany Maynard, la estadounidense de 29 años afectada por un cáncer terminal que ha anunciado su intención de acortar su vida. H