La educación, entendida como la formación académica alcanzada, marca una distancia en la longevidad de la población española que discrimina notablemente a quienes cuentan con un nivel educativo bajo. Un informe publicado por el Centro de Estudios Demográficos de Cataluña analiza desde esta perspectiva los datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) y concluye que un español de 30 años con un nivel educativo alto puede esperar vivir casi cuatro años más --hasta los 82,3 en concreto-- que sus coetáneos con una formación escolar baja, de los que no se espera que superen, como media, los 78,6 años.

La desigualdad ante la muerte atribuida a causas educativas es mayor entre los hombres que en las mujeres: en ellas, la educación superior augura dos años más de vida que la esperable para las que han alcanzado un nivel de estudios elemental o bajo.

La investigación, realizada por Miguel Requena, profesor de la UNED, advierte de que es necesario ser «prudentes» al establecer la causa de esa distancia en la expectativa vital, pero apunta -como posibles motivos de este dato estadístico- las circunstancias personales que suelen coincidir en quienes alcanzan estudios universitarios. «Disponen de más recursos económicos, lo que les permite acceder a más y mejor atención sanitaria», indica Requena, en contraposición a la consideración generalmente aceptada de que el acceso a la sanidad pública española, o catalana, supone un factor de cohesión entre los ciudadanos de todos los niveles socioeconómicos.

Las personas con un nivel educativo alto «disfrutan de mejores condiciones generales de vida y trabajo -prosigue Requena- tienen preferencias tendentes a la buena salud y adoptan estilos de vida más saludables, ya que cuentan con información valiosa sobre los cuidados más convenientes». Por todas esas razones, deduce la investigación, el logro educativo tiene «un alto impacto» en la mejora de la salud y la duración de la vida. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico también atribuyó, en un informe del 2015, la mayor longevidad en las últimas décadas por la población mundial a los hábitos saludables que surgen de una mejor educación.

OMISIÓN ANTERIOR // Los informes sobre longevidad y esperanza de vida que realizó el INE hasta el 2012 no aludían al nivel educativo de los españoles. Tampoco los certificados médicos de defunción emitidos en España citan las titulaciones académicas de los fallecidos, una omisión que el INE ha soslayado en esta ocasión recurriendo al padrón municipal, el censo del 2011 y las estadísticas de educación que registra el Ministerio de Educación.

En opinión del profesor Requena, los datos reunidos son de utilidad porque muestran las consecuencias del factor educacional en la salud de los españoles.

El análisis de la longevidad esperable se ha establecido tomando como punto de partida la edad de 30 años de los ciudadanos, ya que se considera que el nivel educativo apenas variará a partir de entonces. Así, indica, mientras que un hombre de 30 años con bajo nivel educativo tiene un 22,8% de probabilidades de morir antes de cumplir los 70, en el de instrucción alta ese riesgo de muerte ligeramente prematura es del 13%. El estudio ha clasificado a los individuos en tres categorías: las personas con educación primaria, con estudios medios y con enseñanza superior.