Hace falta un GPS para no perderse entre la cantidad y variedad de oferta de leche que hay en las estanterías de cualquier supermercado. En los lineales de los comercios se amontona un amplio surtido de tipos y sabores que hacen cada vez más difícil la elección. Hay más de una veintena de variedades de leche de vaca enriquecida y esto, multiplicado por las diferentes marcas, dispara la oferta. La preocupación por la dieta y por la salud han sido factores determinantes para que surgiera el mercado de las leches enriquecidas, que ya representan el 22% de las ventas. Sin embargo, el precio de estas variedades es superior al de la leche clásica.

Al reducido surtido de hace unos años se ha sumado un amplísimo muestrario: con o sin calcio, con o sin lactosa, con ácido oleico, con isoflavonas, ecológica, enriquecida con vitaminas A, D y E o con vitaminas D y K, con nutrientes esenciales, leche de crecimiento, ligera, sin calorías, con fitoesteroles, de ganadería ecológica, las que “ayudan a controlar el colesterol”, leches con zumo...

Por si con estas variedades no hubiera suficiente, en las estanterías, junto a la leche de vaca, están también las bebidas vegetales de soja, avena, arroz, almendras, coco y con sabor de piña, vainilla, chocolate, melocotón… que algunos toman como sustitutivo de la leche de vaca. Así, no es difícil que un supermercado de tamaño medio pueda tener más de cinco metros de estanterías con diversos tipos de leche.

Como los hábitos de consumo de este alimento básico han cambiado, las empresas lácteas han aumentado su oferta. “Todas las categorías han tenido un gran crecimiento que, sin duda, hubiera sido superior si no hubiera sido por el impacto del desempleo”, aseguran en la Asociación Nacional de Grandes Empresas de Distribución (Anged). Estas macrosuperficies tienen, incluida la leche enriquecida, “más de 700 productos aptos para celiacos y 100 para intolerantes”.

Pese a la gran oferta, el consumo de leche descendió el año pasado el 3,6%, según datos de la Federación Nacional de Industrias Lácteas (Fenil), que agrupa a más de 70 empresas del sector y el 95% de la producción nacional del mercado lácteo.

La transformación del sector ha sido vertiginosa si se tiene en cuenta que en la década de los años 60 del siglo pasado solo existía en España un tipo de leche: la entera. Ya en los 80 se comercializó la desnatada y semidesnatada y en la década de los 90, la enriquecida. De todo el mercado de leches enriquecidas, una de las más novedosas es la variedad sin lactosa. Su aparición se produjo hace cinco años “al detectarse que el 15% de los consumidores abandonaban el consumo de leche y buscaban otras alternativas”, señala María González, responsable del departamento de Innovación de Capsa Food, empresa que comercializa Central Lechera Asturiana. El consumo de la leche sin lactosa ha crecido en torno al 50%, aclara González, y ocupa el primer lugar en el ranking de leches enriquecidas. H