El Tribunal Europeo de Derechos Humanos acaba de dar un toque de atención a España por su política de reagrupación familiar y conmina a las autoridades de Melilla a favorecer el contacto entre una madre inmigrante y su hijo de cuatro años, que llegaron a territorio español en pateras separadas. El mandamiento de la corte europea reclama a España que dé explicaciones antes del próximo jueves 26 acerca de las medidas adoptadas para comprobar el vínculo parental y para mantener mientras tanto el contacto entre ellos.

Oumo Totopa lleva seis meses sin poder hablar con su pequeño Abdaramane a causa de un interminable trámite burocrático. Tras meses escondidos en un bosque del norte de Marruecos, en marzo de este año envió a su hijo con su hermana en una patera para intentar llegar a España. Ella estaba enferma y decidió esperar un tiempo para afrontar el duro viaje con más fuerzas. Sin embargo, la embarcación estuvo a punto de naufragar y, aunque fueron rescatados a tiempo, el bebé fue derivado a un centro de menores de Melilla y su tía conducida a un hospital, y de allí a Bilbao. Al mes siguiente, fue Oumo quien siguió sus pasos, siendo rescatada después de ver morir a tres compañeros. En su caso, fue trasladada a un centro de Jerez de la Frontera (Cádiz), donde lo primero que hizo fue identificarse y reclamar a su hijo.

Pasaporte y certificado de nacimiento

Desde la asociación Women’s Links, que lleva su caso, lamentan que ellos tuvieron que aportar diversa documentación y pruebas de ADN por su cuenta para comprobar el vínculo familiar, porque la administración no lo hizo de oficio. Ahora, la Ciudad Autónoma deberá dar explicaciones de “las exactas medidas y acciones que fueron tomadas o lo serán para comprobar esa filiación y hacer efectiva la reagrupación familiar”. Asimismo, y a la vista de la documentación aportada por los denunciantes, inquiere acerca de “qué medidas alternativas sería posible adoptar para proteger los derechos” de la mujer y el niño migrante a la vida familiar o la reagrupación, según consta en el requerimiento de la corte europea, al que ha tenido acceso este periódico.

Teresa Fernández, la abogada de la asociación, insiste en que tanto Oumo como su hijo tienen toda la documentación en regla, y aportaron su pasaporte de Costa de Marfil y el certificado de nacimiento de Abderraman para demostrar el vínculo parental, pero no consiguieron nada. “Había pruebas más que suficientes para al menos sospechar de la filiación y favorecer el contacto entre ambos mediante conversaciones telefónicas o videoconferencias”, como han reclamado en varias ocasiones, “para garantizar que no se causaba un daño mayor”. De ahí que acabaran apelando a la corte europea para que adoptara esas medidas cautelares que permitiera el contacto. “Lo último que sabemos del menor es que vio a su tía caer al agua y luego, ya sin nadie de su familia, fue conducido a un centro de menores de Melilla, pero no tenemos idea de qué le han podido comentar acerca de su familia y de por qué está solo”, explica.

Trabas burocráticas

La letrada lamenta que desde la Delegación de Asuntos Sociales del Gobierno de Melilla “son todo trabas burocráticas que vulneran el derecho del niño a estar con su madre”, contraviniendo incluso los protocolos establecidos por la Fiscalía de Menores. Y es que, pese a presentar Oumo una prueba de ADN realizada en un laboratorio con garantías legales, la Ciudad Autónoma le reclamó que le enviara una muestra genética por correo para realizar la prueba por su cuenta. Una prueba que tuvo que ser remitida a la Universidad de Granada al carecer Melilla de instalaciones para realizarla. “La confirmación de que la muestra había sido recibida y remitida al laboratorio fue el último contacto que tuvimos con ellos”, apunta Fernández.

Desde el Gobierno de Melilla ya indicaron que habían actuado conforme a lo que marca la ley en materia de Menores Extranjeros no Acompañados, insistiendo en que para cualquier reagrupación familiar hay que comprobar la relación paternofilial. Y aunque la petición de contacto se inició en mayo, cuando Oumo llegó a España, aseguraron que las oenegés solo se pusieron en contacto con ellos el 14 de julio mediante un escrito al que los técnicos respondieron informando del procedimiento a seguir.