Los mismos genes que son beneficiosos en la infancia son perjudiciales en la vejez y eso puede explicar las causas genéticas últimas del envejecimiento, que empieza entre los 40 y 50 años, al final del periodo reproductivo. Estas son las conclusiones de un estudio del Instituto de Biología Evolutiva (IBE-CSIC) de la Universidad Pompeu Fabra (UPF), que publicó ayer la revista Nature Ecology & Evolution.

El estudio supone un nuevo avance en las investigaciones sobre las causas del envejecimiento humano, un reto para el sistema de salud pública y un enigma científico para los biólogos evolutivos.

Según explica el profesor de la UPF, Arcadi Navarro, que ha coliderado la investigación, no existe una teoría universal sobre las causas del envejecimiento y tampoco está claro cuál será su impacto global sobre la salud humana.

Ahora, este estudio ha aprovechado todos los datos acumulados durante una década de investigación sobre las bases genéticas de las enfermedades complejas, desde el parkinson hasta el cáncer, pasando por la diabetes, para poner a prueba las diferentes teorías evolutivas de la senescencia.

Hasta ahora, los esfuerzos para entender las causas evolutivas del envejecimiento se limitaban a modelos de experimentación, pero actualmente, según Navarro, la cantidad de datos disponibles de la relación entre genotipo y fenotipo representa una oportunidad sin precedentes de llevar a cabo análisis en humanos.

Esta información está a disposición de la comunidad científica desde grandes bases de datos internacionales como la European Genome Phenome Archive (EGA): un proyecto conjunto entre el Instituto Europeo de Bioinformática (EBI, Cambridge) y el Centro de Regulación Genómica (CRG) de Barcelona.

El equipo coliderado por Navarro ha examinado los resultados de unos 3.000 trabajos con más de 2.500 marcadores sobre 120 enfermedades.