Las Fallas de 2017 estrenan el título de Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad con el reto de proteger los valores de tradición, participación y artesanía que aúna una fiesta convertida en motor social, económico y cultural y que le han valido el reconocimiento mundial por parte de la Unesco.

Han sido más de cinco años de camino desde que el Ayuntamiento de València se propuso seducir a la Unesco para convertir la fiesta valenciana por antonomasia en un acontecimiento universal con la máxima protección cultural, hasta que el pasado 30 de noviembre lo consiguió en Addis Abeba (Etiopía).

Para conquistar a la Unesco, las Fallas desnudaron su esencia ante jueces internacionales: un ritual festivo dedicado al fuego, transmitido a través de las generaciones, con tradiciones que han perdurado durante siglos y un gran elemento artesanal, con el que se involucra a toda la ciudad y se crea un sentimiento colectivo. El sí de la Unesco llegó gracias a la creatividad colectiva de una fiesta que aúna en un mismo engranaje arte, música, literatura, indumentaria y pirotecnia, que permite salvaguardar artes y oficios tradicionales y que defiende su conciliación con los derechos humanos, ya que cualquier colectivo puede participar en ellas. En su camino para ser Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Unesco, las Fallas han recogido gran número de apoyos.