Atravesando épocas y modas, Johnny Hallyday fue durante casi seis décadas el rey indiscutible de la escena musical francesa, hasta el punto que ha sido conocido como el Elvis francés. Era más que un rockero, más que un ídolo de juventud para la generación yeyé de los años sesenta, más que una máquina de vender discos.

El cantante belga de nombre americano, desaparecido en la madrugada de ayer a los 74 años a consecuencia de un cáncer de pulmón, hace tiempo que había entrado en la leyenda. En Francia, su muerte se ha vivido casi como un drama nacional. Los homenajes, no solo del mundo del espectáculo sino también de la clase política, se han sucedido durante toda la jornada.

«Todos tenemos algo de Johnny. Hemos sufrido y amado con él. No lo olvidaremos», dijo el presidente francés, Emmanuel Macron, en un comunicado.