Se apagó la vida de Adrián Hinojosa, el joven enfermo de cáncer que soñaba con convertirse en torero algún día. Ese gran anhelo fue por lo que el caso de este niño valenciano de 8 años acaparara los medios, después de que en octubre del año pasado empezara a recibir amenazas de muerte a través de las redes sociales desde sectores antitaurinos por su deseo de querer torear. Era un símbolo. La controversia comenzó a raíz de que Adrián hiciese el paseíllo y saliese a hombros de la plaza de toros de Valencia con motivo de un festival benéfico en favor de la Fundación Oncohematología Infantil.

Unos días después, una mujer deseó la muerte al niño, que padecía Sarcoma de Ewing, por «querer curarse para matar herbívoros inocentes y sanos que también quieren vivir» y se multiplicaron los mensajes a favor y en contra en redes sociales.

LAS REACCIONES // La muerte de Adrián, confirmada por el padre del pequeño, Eduardo Hinojosa, ayer por la tarde, fue rápidamente tendencia en Twitter con el hashtag #DEPAdrián.

Las reacciones del mundo de la tauromaquia no tardaron en producirse. Toreros y aficionados definieron su vida como «un ejemplo de lucha y valentía», y las redes sociales se llenaron con mensajes de condolencia y apoyo a la familia del joven. «Las personas pasan, los hechos permanecen y tu fuerza es un ejemplo», publicaba el diestro Iván Fandiño en referencia a Adrián.

«Has sido un ejemplo para todos. Gracias por darnos tanto», decía en la misma línea el torero David Mora por su pérdida.

MULETAZOS EN CASTELLÓN // Cabe recordar que hace apenas unos meses, a finales de diciembre, Adrián tuvo la oportunidad de ver su sueño hecho realidad en Castellón. No en vano, en la ganadería del castellonense Germán Vidal, en Cabanes, el joven dio sus primeras muletazos a una becerra, algo que recordaría, sin duda, para siempre. Allí no solo ejerció como un torero improvisado por un día --blandiendo capote incluso como los grandes maestros--, sino que recibió el calor de los muchachos de la Escuela Taurina y de dos toreros de la talla de Soler Lázaro y su hijo Vicente Soler, que estuvieron arropándole en todo momento.