El sábado se dijo que la punta de la crecida del Ebro iba a llegar a la ciudad de Zaragoza la madrugada del domingo pero la previsión se retrasó ayer como mínimo 24 horas. El presidente de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), Xavier de Pedro, señaló el sábado que el caudal no alcanzaría en ningún caso la altura de las grandes inundaciones del 2003, pero ayer reconocía que la había superado. Fallos como estos, reiterados desde el inicio de los desbordamientos, han sembrado la inquietud en todo el cauce del río. Las poblaciones no saben a qué atenerse ni qué medidas tomar.

El caso más significativo es el de Zaragoza, cuyo ayuntamiento decidió ayer decretar la alerta naranja, el nivel más alto de movilización para “proteger a la ciudad ante el baile de cifras” que reciben de los organismos de regulación, y la “inexactitud” sobre la hora de llegada de la punta de la avenida. La crecida ha dejado incomunicado en la capital el barrio rural de Alfocea, ha provocado filtraciones en garajes y ha inundado parte del recinto de la Expo del Agua, pero aún se teme lo peor. El presidente de la CHE atribuyó los cálculos erróneos al aumento de la altura del cauce del río por “la falta de dragados”.

Asimismo, en la localidad navarra de Tudela han pasado tres días desde la inundación, y el casco histórico sigue tomado por el agua porque el río se resiste a bajar debido al deshielo. H