La familia de Nathaly Salazar, la ciudadana valenciana desaparecida en Perú el pasado 2 de enero, no se fía de la versión que han dado los dos detenidos, que han asegurado que la joven murió accidentalmente ese mismo día mientras descendía en tirolina y que, temerosos de las responsabilidades por ser los dueños del canoping, arrojaron su cadáver a un caudaloso río cercano. «Hay que llegar hasta el final y que paguen por ello», subraya su hermana Tamara. Al cierre de esta edición no se había encontrado el cuerpo.

«Ya han dado dos versiones de cómo murió. ¿Quién me dice que no le han hecho algo o que no la han vendido? No hay certezas de que estén diciendo la verdad y toda esto no debería haber salido a la luz en este momento», lamenta rota por el dolor.

Al parecer, en una de las versiones la joven se habría estampado contra un poste y en otra podría haber caído desde una gran altura. Cuenta Tamara que sus padres, que llevan en Perú desde la semana pasada, habrían pedido a la policía que no dieran por buena ni hicieran pública ninguna versión hasta haberla comprobado, pero que no les han hecho caso y han dado validez a un relato que favorece a los detenidos.

«Nada de lo que ha dicho la policía ha sido comprobado, se va a hacer la reconstrucción de los hechos y van a buscar pruebas de que dicen la verdad si fue un accidente debe haber sangre y pruebas y lo mismo en la furgoneta si realmente la trasladaron en ella para arrojarla al río», subraya.

Otra de las dudas que le queda a la familia, y que ya no tendrá respuesta, es si en el caso de que sea verdad la versión del accidente si Tamara estaba realmente muerta tras el golpe recibido o si, por el contrario, estaba inconsciente y no se dieron cuenta.

No fue la investigación de la policía peruana la que llevó a la detención del dueño y del empleado de este transporte turístico sino el aviso de una familia que estuvo con Nathaly hasta minutos antes del accidente. «Se pusieron en contacto y dieron los vídeos que tenían con Nathaly y que han permitido identificar a los detenidos», explica.

«Contó la señora que le tocaba bajar a mi hermana pero que como empezó a granizar sus hijos se pusieron muy nerviosos y mi hermana les cedió el lugar para que bajaran antes. Estaba muy agradecida. Mi hermana se quedó la última y no sabemos qué pasó», señala la propia Tamara. Y entre el dolor le sale también una dosis de orgullo por cómo Nathaly cedió su lugar.