La idea que un escogido grupo de investigadores adscritos a 20 hospitales españoles se propone demostrar establece que disfrutar de la vida, afrontar los conflictos cotidianos con una confortable distancia y sentirse feliz son elementos “tan o más” protectores de la salud cardiovascular como la dieta mediterránea.

Esta es la hipótesis que da forma al estudio Predimed Plus, en el que está previsto que participen como mínimo 6.000 ciudadanos.

El proyecto, ante el que existe una enorme expectación europea y sobre todo norteamericana, está financiado por el Instituto de Salud Carlos III, del Ministerio de Economía y Competitividad.

Un 50% de los participantes, voluntarios, serán hombres de 55 a 80 años, y un 50%, mujeres de 60 a 80. La investigación, sin precedentes en el mundo, tendrá una duración de seis años. Para añadirle complejidad, los participantes -que ya están reclutando médicos de los centros de salud- deben ser personas con obesidad, sobrepeso o síndrome metabólico. Se dividirán en en dos grupos, de 3.000 personas cada uno. El colectivo más importante habrá de seguir una estricta dieta tipo mediterráneo: mucha verdura, fruta y cereales, aceite de oliva, algo de pescado, apenas carne y un par de vasos de vino tinto al día. Al tratarse de personas con exceso de peso, se les pautarán menús bajos en grasa. A esto habrán de sumar ejercicio físico regular y, lo más determinante, se les introducirá en técnicas que deberían ayudarles a ser felices.

Terapia psicoconductual de alta intensidad o prácticas de mindfulness dirigidas a propiciar que el voluntario aprenda a relajarse placenteramente. Esos son dos de los recursos que se les ofrecerá para ayudarles a encontrar el camino de su felicidad.

Los otros 3.000 voluntarios seguirán simplemente una dieta tipo mediterráneo, prescindiendo de si mientras la ingieren se sienten felices o desgraciados.

De cumplirse la hipótesis de partida, los participantes del primer grupo habrán perdido el 10% de peso, tendrán menos cintura grasa y habrán sufrido menos infartos, ictus y muertes de origen coronario que sus colegas del otro grupo. “El reto es: medir la felicidad percibida por un paciente, ya que ese será el único elemento que distinguirá a los dos grupos”, explica el doctor Ramon Estruch, que coordina la investigación en el Hospital Clínic de Barcelona. “El objetivo es poder atribuir a ese dato la mejora cardiovascular que esperamos detectar”. Estruch se muestra convencido de que “el estilo” de vida mediterráneo -que implica ejercicio físico- reduce con mayor intensidad que la simple dieta sana el riesgo de sufrir infarto o accidente vascular cerebral.

“El concepto del estilo de vida incluye paseos, quedar en la terraza de un bar con los amigos, no limitar las actividades a la jornada laboral, tener aficiones”, describe el médico. “Pensamos que se demostrará que la cifra de tumores sufridos por los participantes es inferior a la tasa de la población general”, sostiene. H