El doctor Pere Gascón (Barcelona, 1949), es uno de los máximos exponentes internacionales en la investigación que vincula el conjunto del sistema nervioso -las neuronas, el cerebro- con la aparición de un cáncer. No en balde, este investigador, que ejerce en el servicio de Oncología del Hospital Clínic de Barcelona, afirma que la línea inmunológica puede ser la respuesta al cáncer en la primera mitad del siglo XXI.

Especialista en investigar el microambiente que rodea a la célila maligna, Gascón sostiene que «desgraciadamente, cuando un tumor se ha aposentado bien, las células de ese microambiente, que son parte del sistema inmunológico, cambian de chaqueta y se ponen de parte del tumor».

También remarca un aspecto que considera «muy importante»: el cáncer siempre surge de un proceso inflamatorio. «El tabaco causa una inflamación crónica en los pulmones. Fumas e irritas constantemente los bronquios. Eso es un campo abonado -no todos los fumadores lo sufrirán- para que una célula cancerosa anide allí», pone como ejemplo el veterano galeno.

POSIBLE CURA // Aunque muchos estudios han expuesto recientemente que la hipotética cura para el cáncer puede estar cada día más fácil de encontrarse, Gascón admite que nunca existirá una línea definitiva contra el cáncer. «Es cierto que hay fármacos específicos para tratar metástasis por melanoma o cáncer de riñón y que esas personas que antes morían en pocas semanas y ahora están viviendo hasta cinco años; pero la célula cancerosa se las sabe todas y se hace cada vez más resistente», argumenta el doctor.

Sin embargo, sí es posible trabajar y redoblar esfuerzos para la prevención de esta temida enfermedad. En ese sentido, el oncólogo se reafirma en que existe una comunicación entre sistema nervioso y cáncer, ya que «un producto de las neuronas puede liberar una sustancia que se une a un receptor de la célula cancerosa».

De esta forma, aunque Gascón insiste por activa y por pasiva en que las emociones no causan cáncer, pues «es consecuencia de un proceso lento y el organismo tiene una capacidad de regeneración brutal», sí advierte de que cada vez hay más evidencias de que, cuando una persona sufre estrés crónico por la muerte de una persona cercana, esas emociones conducen a un estrés en el que se liberan sustancias que crean un ambiente proinflamatorio del que no se es consciente y que pueden acabar generando irremediablemente algún tipo de tumor. «Hay personas de 50 y pocos años que pierden el trabajo y año y medio después les surge un cáncer», expone el reputado investigador barcelonés.