La caja de los tesoros de Juanjo Artero (Madrid, 1965) contiene, entre otras cosas, una foto. En la imagen aparecen él y Antonio Mercero, que se la dedicó así: "Si tú quieres, podrás ser un gran actor". La foto es de los tiempos de Verano Azul, mítica serie en la que el madrileño dio vida a Javi, adolescente por el suspiraron millones de niñas en los años 80.

Han pasado 30 años, pero Artero habla de la dedicatoria de Mercero y se emociona. Tanto que se le escapan unas lágrimas y trata de quitárselas con las manos. "En los momentos difíciles miro mucho esa foto", confiesa tras echar mano del humor y asegurar que cuando era un adolescente tenía claro que triunfaría en el mundo de la interpretación. "Me veía con un Oscar", explica el actor, que el próximo domingo luchará por primera vez por llevarse un Goya.

EL FRUTO Su personaje de policía impoluto en No habrá paz para los malvados, de Enrique Urbizu, se tendrá que enfrentar al primo Raúl Arévalo, el Alfonso Armada de Juan Diego (23-F) y el robot de Eva Lluís Homar. No hay que insistir mucho a Artero para que confiese que está preparando su discurso de agradecimiento del Goya. Si eso ocurre, dedicará el cabezón a Urbizu, pero no se olvidará del cineasta que le dio su primera oportunidad: Mercero. Protagonista de la longeva El comisario (Tele 5) y El barco (Antena 3), Artero tiene ahora la sensación de estar "recogiendo los frutos después de muchos años de trabajo".

"Me da mucho coraje cuando en internet leo que el niñato de Verano azul está nominado al Goya. ¡Por favor!", se queja el actor, que una vez terminada la serie de Mercero (en esa época recibía en su casa más de mil cartas al día de fans) se dejó la piel en las escuelas de interpretación. "Pasaron muchos años. Yo lo pasé mal, tenía ansiedad, quería trabajar. A los 24 años, por fin, me subí a un teatro", explica.

Fundar con otros colegas una compañía de teatro (Micomicón) y recorrerse medio mundo le fogueó en la interpretación. Y también en la vida. "He vivido cosas maravillosas. Una vez, en Atenas, interpretando Medea, cuando estaba a punto de salir a escena, Núria Espert me dijo: buen viaje. Y se me pusieron los pelos de punta. Y se me siguen poniendo cada vez que lo cuento".

Cuando Artero recibió la llamada de Urbizu, cineasta por el que siente devoción, se emocionó. Su apretada agenda en Madrid no le permitía irse a Alicante, donde tenía que rodar muchas escenas de No habrá paz para los malvados. La solución fue ir y venir cada día. "Dormía en el coche, durante los viajes".

HA APRENDIDO DE LAS SERIES Gane o no, Artero está pletórico ya solo con el hecho de ser nominado y de abrirse camino en el cine tras su larga trayectoria en las series de televisión, que, admite sin complejos, le han servido para aprender mucho y pagar su hipoteca. De hecho, ya tiene un proyecto en cantera del que no habla. "Estoy disfrutando, sí. Hay que disfrutar de los buenos momentos. He tenido suerte en la vida, pero también he trabajado mucho. Vamos, que no tengo la sensación de que me hayan regalado nada", dice el actor, que lleva unos cinco años sin vacaciones. "Eso no es malo. Esperar a que suene el teléfono", dice el actor, que tiene dos hijos.

"La niña, de 13 años, quiere ser actriz. Lo tiene clarísimo", afirma Artero. A él le da miedo, pero confiesa que tratará de darle el apoyo y la estabilidad que a él le dieron sus padres.