El Mediterráneo central sigue siendo la principal ruta de entrada en la Unión Europea pero el número de inmigrantes que alcanzan las costas europeas ha descendido a su nivel más bajo de los últimos cuatro años. Así lo constata la agencia europea de fronteras (Frontex) en su último análisis que corrobora una caída media global del 60% con una excepción: España, que ha pasado de registrar 9.990 llegadas en el 2016 a 23.143 en el 2017, en su mayoría marroquíes, argelinos y marfileños.

Resultado de esta mayor presión es la decisión de Frontex, en cooperación con las autoridades españolas, de convertir en permanente la operación de vigilancia Indalo, una misión que mantendrá desplegados entre 85 y 100 agentes y varias embarcaciones.

Frontex alerta del aumento de salidas de embarcaciones desde Argelia y Túnez, algunas de las cuáles siguen la ruta hacia España que ha visto duplicar las llegadas. «Todavía no podemos decir que haya un desplazamiento de la ruta pero podría representar una amenaza para la seguridad», insiste el director de la agencia, Fabrice Leggeri.