Revolution Complex está indicado “para el tratamiento sintomático de la impotencia diaria que uno siente al conocer las políticas económicas que se están llevando a cabo”. Pero no es un medicamento: es un cómic publicado por Norma, servido en “comprimidos efervescentes” que se toman por “vía óptica” y que contienen suficientes dosis de “ironía + indignación + rabia rabiosa + cruce de cables + grrrrrrrrrrrrrr”, como antídoto psicológico frente al paro, la crisis, la burbuja inmobiliaria, los políticos, los banqueros...

Lo apuntan sus 22 dibujantes y guionistas en el índice, planteado cual prospecto farmacéutico, y no es el único medicamento colectivo en forma de viñetas que estos días acompaña el potente resurgimiento posvacacional del movimiento de los indignados del 15-M en toda España.

Trabajos de otros 44 autores, algunos difundidos en blogs o prensa, forman Yes we camp! Trazos para una (R)evolución (Dibbuks), un álbum coordinado por Pere Meján y Tomeu Pinya, ambos implicados en el 15-M, cuyo objetivo, según explica este último, es difundir el movimiento y sus ideas entre quienes por la razón que sea no lo conocen de primera mano. “Quizá sientan curiosidad y ganas de participar”.

Para ello han enrolado a insignes del medio -Jan, con su Superlópez, Miguel Gallardo, el Premio Nacional de Cómic Paco Roca, Pere Joan, Carlos Giménez, Víctor Escandell, Alfons López, el tándem Pepo Pérez y Santiago García...- y les han sumado artículos de especialistas como Eduard Punset, Federico Mayor Zaragoza, Isaac Rosa y Vicenç Navarro.

Yes we camp!, que toma el título de uno de los lemas vistos en acampadas y manifestaciones, es un reflejo de las mismas, en muchos casos nacido de la propia participación: gente de toda edad y condición, el efecto contagio, la voluntad pacífica, las redes sociales, la horizontalidad del movimiento. “Fui a la mani de Málaga -señala Pepo Pérez- y hablando con Santiago García, que estuvo en Sol, vimos que la mecha había prendido y quisimos participar. Colgamos viñetas en internet. No sé si todo este movimiento servirá para algo pero tenía claro que no quería quedarme parado. Hay razones de sobra para protestar”.

Las 33 historias de Revolution complex toman el pulso a la sociedad y reflexionan la crisis, y la indignación rezumando ironía.

El italiano afincado en Barcelona Claudio Stassi pisa fuerte en terreno periodístico al visualizar en cómic cinco entrevistas reales a un actor, una jubilada, un periodista, el dueño de un restaurante y un cura que guarda el anonimato. “Busqué estereotipos que me sirvieran para ver cómo afecta la crisis a la gente de la calle. Sus respuestas hacen pensar, nadie tiene claro de quién es la culpa y, excepto en el caso del cura, que sorprende al decir que está mejor que antes, ves que la gente está totalmente asustada”.

Danide, que tacha Revolution Complex de “testimonio gráfico de las acampadas y la situación socioeconómica”, hace entendible, con dosis de cinismo, el funcionamiento del sistema neoliberal en Arte secuencial. “Quise desnudar el discurso económico casuísticamente y ver cómo el capitalismo se ha deshumanizado”.

A Jordi Lafebre le viene a la memoria su abuelo e imagina un fresco diálogo con él: “Tuvo que luchar en la guerra civil en un bando que no quería y contra el que estuvo toda la vida. He querido recuperar esto porque me enseñó hasta qué punto la vida puede ser contradictoria”. H