Son dos fontaneros mal avenidos que regentan, con funciones distintas, la Iglesia mientras esta está huérfana de Papa. Son Angelo Sodano y Tarsicio Bertone. El primero, decano del colegio cardenalicio, propició el encuentro de Augusto Pinochet con Juan Pablo II. El segundo, secretario de Estado en funciones del Vaticano, ha ejercido tan mal como primer ministro de Benedicto XVI, que los cardenales alemanes pidieron su cabeza.

Ambos son, por simplificación, conservadores. Pero con matices. Sodano ha seguido la carrera diplomática y tiene una visión cosmopolita del mundo de la que carece Bertone, salesiano, jurista y con una idea muy personal de su papel: se hacía pagar, naturalmente para sus obras de caridad, cuando presenciaba un acto no eclesiástico.

En estos días hablan mucho entre sí. “No se aman”, explica el vaticanólogo Paolo Rodari. Cuando Bertone fue nombrado secretario de Estado, en lugar de Sodano, este realizó una mudanza tan lenta que retrasó la toma de posesión del apartamento por parte de Bertone.

Al final, tras negociaciones, alianzas, pactos y conversaciones con los cardenales de todo el mundo, coincidirán y, probablemente, consigan hacer elegir a un Papa tan duro como Joseph Ratzinger. La coincidencia será antes del cónclave, al que Bertone entrará, mientras Sodano se quedará a la puerta por tener más de 80 años.

Al hacerse efectiva la renuncia de Benedicto XVI, el Vaticano ha acuñado monedas con los símbolos del camarlengo Bertone y en su escudo han sido añadidos el estandarte papal y las llaves de san Pedro. En el pasado y hasta la elección del Papa sucesivo era escoltado por la guardia suiza. De haber sucedido, Bertone habría certificado la muerte del Papa. Se ha limitado a sellar el apartamento de Joseph Ratzinger, que volverá a abrir solo en presencia del futuro Papa.

Delante de él se ha destruido el sello de autentificación de los documentos papales y, tras la renuncia de Ratzinger, tomó posesión de las casas pontificias en San Juan de Letrán y Castelgandolfo. El camarlengo es el guardián del tesoro del Papa, lo que en el pasado alimentó leyendas sobre los tesoros que los papas tenían debajo de su cama.

Bertone es quien cerrará por dentro la puerta de la Capilla Sixtina durante el voto. H