El sol se apaga entre los edificios renacentistas, barrocos y neogóticos del centro de Praga. Al sur de la capital bohemia, en el frío y racionalista centro de convenciones que se levanta a lo alto de un colina aparece una estrella. A 6.570 kilómetros de su tan querida como parodiada Nueva York, el cómico Louis CK ilumina desde el escenario a más de un millar de personas que se ha congregado para ver el final de la gira europea de uno de los padres de la comedia de las últimas dos décadas.

Estadounidense de raíces mexicanas y húngaras, Louis Szekely se curtió en los micrófonos de los escenarios de Boston y, particularmente, Nueva York durante los años 80 y los 90, en el inicio del 'boom' cómico. A pesar de ser uno de los responsables en la sombra de éxitos humorísticos como los 'late night shows' de David Letterman, Conan O’Brien o Chris Rock, Louis CK no se vio catapultado como uno de los máximos exponentes de la comedia moderna hasta que, sin aparcar sus labores como guionista, volvió a los escenarios. "CK es el heredero de Larry David, el referente actual de una comedia televisiva renovada que huye de la tradicional 'sitcom' para crear un nuevo género más autobiográfico", subraya Betu Martínez, codirector de la web 'Serielizados', dedicada a las series. Ahora, este cómico pelirrojo de semblante bonachón y asustadizo se pasea por medio mundo llenando filas y filas de butacas de carcajadas.

PREDICADOR DEL HUMOR REFLEXIVO

Incluso en Praga, una capital de la que dice no conocer nada, el cómico se vio desbordado por el éxito masivo de su función y la rapidez con la que se agotaron las entradas, de modo que decidió prolongar su gira europea para quedarse un día más en el París del este. El escenario es el particular diván desde el que Louis explota su pesimismo existencialista, revienta tabúes religiosos y sexuales, reniega del amor y ridiculiza la felicidad 'paulocoelhiana' con su particular desfachatez.

La presencia de Louis CK es tan innegable como apabullante. El frío y racionalista centro de convenciones de Praga se entrega en silencio a las palabras de su invitado como lo hacen los feligreses ante el sermón de un mediático telepredicador evangélico que se pasea por los estados americanos sureños de los que CK tanto se mofa. Ni el inmenso escenario, más propio de una obra teatral que de un monólogo, puede empequeñecer su figura. "El público lo escucha más como a un pensador que como a un simple monologuista de 'stand up'. El humor es su canal para diseccionar al ser humano", añade Víctor Sala, también codirector de 'Serielizados'.

PATÉTICAMENTE HUMANO

Louis se pasea por el escenario con un traje negro y una corbata plateada, una estampa más propia de Tom Jones que del personaje patéticamente humano que dibuja en 'Louie', su obra más íntima. En esta serie producida por FX el humorista juega con elementos de su propia vida y los parodia a través del filtro tragicómico de lo ridículo, una fórmula que en nuestra casa fue reutilizada por Joel Joan en 'El Crac' o Ignatius Farray en 'El fin de la comedia'. 'Louie' es una historia llena de despropósitos absurdos que se balancea entre la risa incómoda y la lágrima compasiva y que recuerda a las mejores obras de Woody Allen y de los hermanos Coen.

En el auditorio praguense, ni camisetas de andar por casa despeinado con cara de resaca vital ni esa entrañable barriga de casi cincuentón. Aun así, el fondo es el mismo. Louis CK exhibe su músculo cómico sobre el escenario sirviéndose de los temas que lo han marcado y acompañado durante toda su carrera: un humor negro y casi estúpido pero a su vez lleno de profundas reflexiones filosóficas que hacen que nos cuestionemos. "Suicidarse es la mejor manera de solucionar todos los problemas. Si ya no estamos vivos, todo aquello que nos preocupa ya encuentra solución. Así que la mejor manera de vencer al Estado Islámico es que nos suicidemos todos", suelta con una media risa final.