El Hospital Vall d’Hebron, en Barcelona, realizó el pasado julio el trasplante de un mismo hígado para dos niñas de 13 años y ocho meses respectivamente. Además, el donante era también un menor. Este procedimiento quirúrgico, denominado trasplante hepático split, está reservado para casos excepcionales que requieren un alto nivel de experiencia. El Vall d’Hebron, de hecho, solo lo había practicado una vez en el 2002. Los hospitales madrileños 12 de Octubre y La Paz lo habían hecho en el 2000, pero desde entonces no se había vuelto a realizar en ningún centro de España.

Las dos menores estaban en una situación «muy crítica», en palabras de Jesús Quintero, médico adjunto en la Unitat de Gastroenterologia, Hepatologia, Suport Nutricional i Trasplantaments Hepàtics Pediàtrics del Hospital Vall d’Hebron. Naroa, la niña de 13 años, padecía una enfermedad metabólica que le obligaba a seguir una dieta muy restrictiva. Por su parte, Roma, el bebé de ocho meses, padecía una enfermedad genética rara, el síndrome de Alagille, que le había provocado una cirrosis hepática irreversible. Ambos casos eran una situación médicamente muy compleja que solo se podía resolver con un trasplante.

DOS PARTES // «El trasplante hepático split es una intervención de alta complejidad que consiste en dividir el hígado del donante en dos partes para obtener dos injertos completamente funcionales que van a parar a dos receptores», dijo ayer Ramón Charco, jefe del Servei de Cirugia Hepatobiliopancreàtica i Trasplantaments de Vall d’Hebron.

«Mientras se realizaba el split o división del hígado, simultáneamente, en dos quirófanos, se preparaba a las dos niñas para recibir el órgano. De esta manera se reducía el tiempo de isquemia, que es el que pasa el órgano desde que se detiene el suministro de sangre hasta que se restaura», según puntualiza Quintero.

El hígado del donante se dividió en dos partes en un procedimiento que requiere una gran experiencia técnica, ya que ambas partes (así como sus venas y arterias) deben funcionar perfectamente. La parte más pequeña fue implantada a Roma, el bebé. Y, a pesar de que se le implantó una parte muy pequeña de hígado, era todavía demasiado grande para su cuerpo, por lo que la niña tuvo que estar unos días con la herida abierta antes de poder cerrarla. El resto del hígado fue para Naroa, la mayor.

Esta niña de 13 años recibió el alta hospitalaria a los siete días («tuvo una evolución similar a la de una apendicitis», destacó Jesùs Quintero) y ya puede comer carne y embutidos. Está totalmente curada de la metabolopatía y del cáncer de hígado. Roma, por su parte, continúa ahora ingresada en Vall d’Hebron pero su evolución es muy satisfactoria.

En la rueda de prensa de ayer participaron las madres de las dos niñas trasplantadas. «Roma tenía muchos picores. No podía dormir, lloraba y gritaba. A veces le tenía que coger las manos porque se hacía muchas heridas», relató Vanessa, madre del bebé de ocho meses y natural de Terrassa. «En febrero entró en lista de espera. ¿El momento de la llamada que anunciaba que había un donante? Eran las ocho de la mañana... Salté de alegría. Me acordé con tristeza de la familia del donante, gracias a ese niño mi hija está volviendo a nacer».

Por su parte, Josefi, la madre de Naroa, explicó que su familia se ha desplazado desde el País Vasco para que la niña fuera tratada en el Vall d’Hebron. En cuanto a las secuelas futuras, los médicos son optimistas respecto a ambas.