Hace 25 años falleció en Castellón Carlos Fabra Andrés, que fue alcalde de la ciudad y presidente de la Diputación Provincial.

25 años no han sido suficientes para borrar la memoria de uno de los hijos más predilectos y queridos que ha tenido la ciudad y la provincia de Castellón. Carlos Fabra Andrés fue durante su vida modelo de caballerosidad, humanismo cristiano y de devoción pasional por la tierra que le vio nacer. Su paso por el Ayuntamiento y por la institución provincial supuso en su día -en los difíciles años 40 y 50- toda una revolución que se materializó en importantes mejoras en los servicios e infraestructuras para los castellonenses. El gran despegue de Castellón como una ciudad moderna, abierta, luminosa y mediterránea se debió, en buena parte, a la gestión del alcalde Fabra Andrés. Un inoportuno cese trastocó todo un modelo de ciudad que primaba los espacios abiertos, el crecimiento ordenado, el bloqueo a la especulación y en definitiva la calidad de vida para los castellonenses. Como Alcalde, Carlos Fabra Andrés tuvo como primer objetivo la superación de la tremenda herida abierta desde la guerra civil de 1936 y que en Castellón provocó un profundo y singular dolor entre familias y hermanos. Con Carlos Fabra al frente de la alcaldía muchos castellonenses que habían perdido la guerra se reencontraron con la institución municipal.

Su paso por la Diputación Provincial tuvo un marcado carácter municipalista y cultural. Municipalista por que se hizo realmente un esfuerzo espectacular por dotar de las infraestructuras más básicas a los pueblos castellonenses, especialmente a los más pequeños. Y además tuvo un marcado carácter cultural, ya que Carlos Fabra Andrés consiguió para el patrimonio común de la provincia monumentos tan importantes como el Castillo de Peñíscola, el Palacio del Cardenal Ram de Morella, los Castillos de Alcal de Xivert y Santa Magdalena de Polpis y la Torre del Rey de Oropesa.

Carlos Fabra Andrés antepuso siempre su profundo y sincero amor por la provincia y especialmente por la ciudad de Castellón que lo vio nacer en los albores del siglo XX. Carlos Fabra Andrés que fue presidente de la Junta Organizadora de los Actos del VI Centenario de la Troballa de la Mare de Déu del Lledó siempre tuvo a la patrona como luz, faro y guía de su andadura vital. Ya en el final de su vida, y demostrando una vez más su ímpetu y dinamismo, fue capaz de poner en marcha el Club de Campo del Mediterráneo en la antigua partida de la Coma de Borriol, una magnífica realidad hoy que trasciende su impacto e importancia fuera de los límites provinciales. Por todo lo dicho Castellón recuerda hoy a uno de sus hijos más predilectos y queridos, y cuya memoria ha de servir de ejemplo a los castellonenses de este siglo XXI que ahora comienza.