Miguel de Cervantes Saavedra puede haber sido 'redescubierto'. Esta vez físicamente. Sus restos han reposado desde su muerte en 1616 en la iglesia de las Trinitarias de Madrid, donde este fin de semana han sido presumiblemente localizados. El conocido como el manco de Lepanto parece que tenía dos brazos, elemento a confirmar tras los primeros huesos rescatados del húmedo sepulcro del subsuelo madrileño. El equipo de arqueólogos que trabaja en la búsqueda del escritor ilustre ha encontrado en uno de los nichos un féretro en mal estado con las iniciales M.C. grabadas. Ahora toca analizar en profundidad los huesos y comprobar si se corresponden con los del escritor. Una aventura arqueológica está en marcha.

CERVANTES, EL HOMBRE

Los datos que disponen los arqueólogos para identificar los restos dibujan a un hombre maltrecho tras una vida especialmente dura. Así, se trataría de un varón de 69 años, desdentado (tenía solo seis dientes en los últimos días de su vida), con la mano izquierda atrofiada y con restos de plomo alojados en los huesos. Su antebrazo y mano izquierda quedaron seriamente afectados tras la batalla de Lepanto y podrían albergar partículas de plomo procedentes de los disparos de arcabuz que Cervantes recibió en esta contienda, donde se contabilizaron hasta 30.000 bajas. Una muestra más de una vida intensa que explica en gran medida esa capacidad para hacer realidad una rica producción literaria en tiempos de pluma y tinta.

Se calcula que los trabajos de identificación de los restos de Cervantes costarán unos 100.000 euros. No se realizarán trabajos de determinación del ADN, ya que no es posible realizar una comparación con otros restos atribuidos al escritor o con descendientes.

AL PRIMER GOLPE DE PIQUETA

En el nicho número 1 de la cripta se ha encontrado una tabla de madera muy deteriorada con las iniciales M.C. --que coinciden con las de Miguel de Cervantes-- remachadas en hierro. Los técnicos han iniciado la fase forense y antropológica. El hallazgo de la tabla con las iniciales "casi al primer golpe de piqueta" fue una "sorpresa" que causó "gran expectación" en el equipo, han informado a EFE los investigadores.

La inscripción con las iniciales M.C. apareció en una de las tablas de madera en el nicho numerado con el 1, muy especial porque parece haber sido rellenado con escombros como tejas y restos de ladrillos, lo que hace suponer que "allí se hayan colocado restos de otros enterramientos anteriores".

EMPUJADO AL FONDO DEL NICHO

De hecho, en el interior de ese nicho apareció el tablón con la inscripción M.C pero también "maderas que parecen tener otro origen y desechos de más féretros", lo que hace pensar a los investigadores que en ese mismo nicho hay restos óseos de varios individuos. Cervantes podría no haberse salvado de la práctica habitual de empujar huesos y maderas a medida que nuevos cuerpos entran en los nichos. De no existir esa destrucción mecánica, el proceso de convertirse en polvo dura muchos siglos y la disposición de los huesos guardaría la posición del cadáver en el momento de su entierro.

A LA ESPERA DE CONCLUSIONES

Pese al hallazgo, los investigadores consideran que "está todo abierto" y que no hay "conclusiones" definitivas. Una treintena de arqueólogos, forenses, técnicos e historiadores trabajan en este proyecto que aúna ciencia y cultura para recuperar los restos del escritor, precisamente cuando se cumple el cuarto centenario de la publicación de la segunda parte de El Quijote, obra cumbre de la literatura española y universal, considerada por muchos la primera novela moderna. Fue publicada en el año 1605.