En la historia del cómic de superhéroes hay pocos episodios tan conmovedores como el dela muerte del Capitán Marvel. Este alienígena de buen corazón, que viajó a la Tierra como espía del malvado imperio Kree antes de cambiar de bando y dedicar su vida a proteger su planeta de adopción, fue creado en 1968 por Stan Lee y Gene Colan y vivió un existencia errática hasta que cayó en manos del guionista y dibujante Jim Starlin, que aportó al personaje una nueva dimensión moral y desarrolló una compleja cosmología que daría lugar a diversas sagas 'marvelianas'.

Pese a su calidad, la serie nunca acabó de despegar del todo y en 1982 la editorial encargó a Starlin que le pusiera fin. Una tarea que el dibujante, que acababa de perder a su padre, llevó a cabo de una manera absolutamente insólita: Mar-Vell no falleció combatiendo contra el supervillano Thanos ni fue víctima de una conspiración de los kree, sino que sucumbió a un cáncer ocasionado por un gas nervioso que había aspirado en una de sus misiones. Tras un doloroso proceso de aceptación de la fatalidad (los científicos más inteligentes de la galaxia intentaron curarlo sin éxito), el superhéroe agonizó en la cama, rodeado de héroes desconsolados, y se reunió en una visión con su archienemigo Thanos, que se encargó de guiarlo hacia la muerte.

Con una fabulosa portada inspirada en 'La Pietá' de Miguel Ángel, 'La muerte del Capitán Marvel' fue la primera novela gráfica publicada por la editorial y ha adquirido con el tiempo estatus de clásico. Todo un modelo de referencia a la hora de explorar el dolor y de retratar la vulnerabilidad del héroe.