Tres mujeres denunciarán haber sido violadas el día que se publique este artículo: cada ocho horas se interpone una denuncia sobre este delito en España y solo un 20% de las víctimas se atreve a acudir a comisaría. Los datos de la Oficina Europea de Estadística -Eurostat- son tan actuales como escalofriantes. Y solo representan la punta del iceberg: una de cada diez mujeres europeas reconoce haber sufrido algún tipo de acoso desde los 15 años. La violencia sexual es una pandemia todavía silenciosa que empieza a ser escuchada tras hacerse un hueco a codazos y a golpe de titular.

Los últimos seis meses han sido clave en la lucha por visibilizar un drama histórico: la mujeres de Hollywood han derribado al depredador más salvaje de la historia del cine tras denunciar espeluznantes casos de acoso sexual, España ha cerrado filas en torno a la violencia sexual tras el espeluznante episodio de 'La Manada' y el Congreso ha aprobado el pacto de Estado contra la Violencia machista. El acuerdo es importante porque ha alineado a todos los partidos políticos -excepto Podemos- para invertir 1.000 millones de euros en el desarrollo de 213 medidas en un plazo de cinco años.

La cifra impresiona y el acuerdo introduce conceptos tan importantes como contabilizar como víctimas de violencia machista a las mujeres cuyos hijos han sido asesinados por sus parejas o aplicar la definición de violencia de género a todos los tipos de agresión contra las mujeres incluidas en el Convenio de Estambul. En este nuevo contexto, Diana Quer será considerada víctima pese a no tener relación con su agresor. El acuerdo es histórico pero siembra escepticismo entre la vieja guardia: "Los grandes titulares son solo eso, pero el drama sigue a pie de calle. Se ha normalizado el acoso y ser valiente no es suficiente". Rosa Fontaíña, histórica activista gallega al frente de la asociación Rede de Mulleres contra os Malos Tratos, reclama medidas con efectos directos sobre la persona que se atreve a denunciar.

La credibilidad

Un asunto sobre el que ya alertó Virginia Álvarez, responsable de política interior de Amnistía Internacional, tras el Pacto: "Las mujeres se enfrentan habitualmente a prejuicios por parte de las autoridades que ponen en duda la crebidilidad de sus testimonios, lo que introduce una pesada carga para demostrar la veracidad de su relato". Es decir, la damnificada es víctima dos veces.

En este contexto, surge el otro elefante en la habitación en materia de igualdad: la educación. Es necesario impulsar formación y educación en igualdad como vía de prevención y sensibilización. La sociedad ha normalizado comportamientos relacionados con la violencia lingüística que son anormales y deberían ser censurables.

El acoso callejero

La joven francesa Maxime Gaudet grabó un corto en 2016 en el que recorría sola las calles tras salir de fiesta con unos amigos. El vídeo 'Au Bout de la Rue' dura 3,14 minutos, se suceden las 'boutades' a pie de calle y la tensión es insoportable. "Quería mostrar el acoso callejero, la ansiedad y el miedo que una mujer puede sentir cuando se encuentra sola en la oscuridad", explicó Gaudet.

El número de mujeres que se sintió identificada con ese comportamiento convirtió el vídeo en viral, situó el problema en la agenda política y evidenció el pánico de cada día. "El Pacto debe suponer una oportunidad para que España ponga en marcha una correcta implementación sobre prevención y lucha contra todos los tipos de violencia contra las mujeres", concluye Virginia Álvarez. Eliminar el miedo, una asignatura pendiente.