El reconocimiento de la pizza napolitana como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco hace justicia a la ciudad y a Italia entera, a la que en su día, hace mucho tiempo, se le escapó patentar el nombre. El resultado fue que desde entonces en todo el mundo se fabrican discos de harina llamados pizza, que no tienen nada que ver con el producto original.

Para recuperar lo perdido, en el 2004, tras una consulta general entre pizzaioli y legisladores se consensuó una la ley que dirime qué es y qué no es una pizza: el disco de harina debe tener un diámetro de 35 centímetros, un espesor de 0,3 cm. y los bordes pueden presentar un relieve de 1-2 cm. Si no reúne dichas condiciones no podrá preciarse de ser llamada pizza napolitana, ni será protegida con la marca STG (Especialidad Tradicional Garantizada) y a partir de ahora tampoco será patrimonio de la humanidad. La ley ilustra que debe ser elaborada solo con agua, harina W220-380, sal y levadura. Los ingredientes deberán ser manipulados solo durante 10 minutos. Está prohibido el uso de un rodillo para aplanarla. Finalmente, deberá ser cocida en un horno de leña a 485 grados.