«Quien por razones económicas o en nombre de negociaciones no totalmente claras cierra fábricas, empresas y quita trabajo a los hombres, comete un pecado gravísimo». Con esta contundencia se manifestó ayer el papa Francisco, que a medida que avanza en pontificado --el lunes cumplió cuatro años-- se muestra más explícito al abordar temas sociales y económicos. El Papa subraya que el trabajo permite «llevar alta la frente y mirar a la cara de los demás, con dignidad». R.D.