El pasado 23 de abril fue portada en muchos medios la entrada en la prisión de Zaragoza del extorero José Ortega Cano, condenado a dos años y medio de cárcel por causar la muerte de un conductor. Pudo parecer una actuación singular de los tribunales en un caso mediático, pero la realidad es que decenas de conductores entran cada año en prisión por homicidio imprudente. El año pasado fueron al menos 98, según un estudio que por primera vez revela estos datos y que fue presentado ayer por el fiscal de Seguridad Vial, Bartolomé Vargas.

La gran mayoría de los accidentes mortales es causado por el consumo de alcohol o drogas o por el exceso de velocidad. Un recordatorio imprescindible, según Vargas, ahora que se inicia la operación salida del verano. En ambos casos, si el conductor causante sobrevive, los fiscales tienen la orden de acusarlo de homicidio imprudente.

De los 1.680 muertes en accidente en el 2013, la fiscalía llevó ante los tribunales a 296 de los presuntos culpables y obtuvo 196 condenas de la cuáles la mitad como mínimo fueron de penas de prisión de dos años y seis meses. La misma que cumple Ortega Cano por provocar la muerte de Carlos Parra al conducir bebido y con exceso de velocidad. H