El escándalo de las emisiones contaminantes no deja de golpear al sector automovilístico alemán. Esta mañana, agentes de la policía y de la Fiscalía han registrado las viviendas de hasta seis trabajadores que han trabajado o trabajan como técnicos de Audi en busca de pruebas sobre un fraude que se conoce como Dieselgate.

Según ha avanzado el diario ‘Süddeutsche Zeitung’ y las cadenas públicas regionales NDR y WDR, las redadas en las que han participado hasta 38 agentes de han realizado en los estados de Baviera, Baden-Württemberg y Renania-Palatinado, al sur de Alemania. Así, se trata de la segunda redada realizada contra Audi después de que en marzo del año pasado las autoridades investigasen la sede de la poderosa empresa en Ingolstadt y otras instalaciones relacionadas con el fabricante automovilístico. Entonces la Fiscalía acusó a cuatro miembros del departamento de desarrollo de motores.

Las redadas, en las que también participan agentes de las Oficinas de Investigación Criminal (LKA), pretenden recopilar más información sobre el llamado Diselgate y las malas praxis reiteradas por la compañía alemana.

Trece acusados

Aunque se conocen pocos detalles de la investigación, según los medios ya hay trece personas acusado de participar en la operación de Audi para manipular sus vehículos para que pudiesen esquivar los controles medioambientales y contaminar así más de lo permitido por la legislación. A excepción de una persona, las otras 12 trabajan actualmente o han trabajado en el departamento de tecnología de motores.

Tan solo uno de los acusados es un alto cargo. Wolfgang Hatz, antiguo responsable del departamento de desarrollo de agregados en Audi y posteriormente miembro de la directiva de Porsche, se encuentra en prisión preventiva en Múnich. Sus abogados han presentado un recurso de apelación ya que se cliente niega las acusaciones de la Fiscalía y asegura desconocer lo que sucedía en Audi. Hatz era un hombre cercano a Martin Winterkorn, antiguo director ejecutivo de Volkswagen.

Semana negra en Volkswagen

Con las redadas de hoy el Grupo Volkswagen afronta otra semana negra. Y tan solo es miércoles. Este pasado lunes la prensa alemana destapó que el fabricante de Wolfsbugo había realizado experimentos con seres humanos y primates en los que se les hacía inhalar dióxido de nitrógeno (NO2) para testar la nocividad de los gases emitidos por sus vehículos diésel. Otras grandes casas del motor alemán como BMW y Daimler (fabricante de Mercedes) también se habrían servido de estos experimentos “antiéticos”.

La revelación de esta semana sumaba así otro capítulo oscuro para una empresa que aún arrastra los efectos legales de un escándalo aún mayor. En septiembre del 2015 salió a la luz que Volkswagen había instalado ilegalmente un software en 11 millones de sus vehículos diésel que les permitía emitir más gases contaminantes de lo permitido. Hasta 11 modelos de Audi, propiedad del Grupo Volkswagen, estaban afectados por el fraude.

La Fiscalía de Múnich abrió una investigación por la manipulación de 80.000 vehículos de la marca vendidos en los Estados Unidos mientras que en Alemania los coches afectados ascenderían hasta los 253.000. A pesar de que el fraude ha sido mucho mayor en Europa que en EEUU (hasta 9 millones de vehículos manipulados frente a 600.000), la justicia ha sido mucho más laxa.