El submarinista se ajusta las gafas y encadena pasos esforzados, el agua ya en su pecho y el lodo frenando sus pies, hacia una cavidad de amplitud menguante que escasos metros más allá es tiniebla. Parece la marcha hacia el martirio. Las primeras imágenes del rescate de los Trece de Tham Luang subraya la angustia del equipo de rescate y su proeza.

Las grabaciones y una rueda de prensa con los principales responsables de la operación desvelaron ayer los detalles escatimados hasta ahora. Algunas especulaciones quedaron resueltas. Los niños no nadaron ni bucearon a pesar de las clases aceleradas en la cueva. Ni siquiera caminaron en los tramos secos sino que fueron cargados en camillas empujadas por dos buzos. Completaron el trayecto con máscaras respiratorias integrales conectadas a las botellas de aire comprimido que portaba un submarinista. «No hicieron nada», remachó el comandante en jefe de la Marina tailandesa, Apakorn Youkongkaew.

Las imágenes los muestran siempre inertes, lo que conduce a la cuestión de si estaban conscientes. El general y primer ministro Prayuth Chan-ochra, había estimulado el debate días atrás negando que hubieran sido sedados a pesar de que los expertos habían alertado de que un ataque de pánico habría sido fatal. Los responsables desvelaron ayer miércoles que fueron «tranquilizados» cumpliendo el protocolo de rescates con niños.

Hubiera sido complicado el éxito de la misión sin el holandés Jeroen Van Heck, llamado tras cualquier inundación en Europa y voluntario en Tailandia. El diseño de su sistema, que comprendía cientos de bombas extractoras, secó las galerías incluso con el monzón rugiendo durante dos noches consecutivas.

De los cuatro kilómetros que separaban la boca de la gruta de la explanada donde se hallaban los jóvenes, sólo en 350 metros era imposible caminar. Y de esos, el buceo apenas era imprescindible en 150. Fueron los tramos más exigentes, con galerías serpenteantes, sin visibilidad y con una anchura por donde apenas cabía un cuerpo humano y que obligaba a los buzos a desprender las botellas de sus espaldas.

ÍDOLOS NACIONALES // También ayer se vio por primera vez a los niños en el hospital. Las imágenes muestran a los ocho rescatados en las dos primeras jornadas compartiendo habitación, con máscaras quirúrgicas verdes y ofreciendo el tradicional saludo tailandés con las palmas de las manos unidas y la cabeza inclinada. El video emitido en la rueda de prensa corrobora su categoría de ídolos nacionales.