Los más pequeños son los que más dificultades tienen a la hora de calmarse física y mentalmente. Su inteligencia emocional no se encuentra desarrollada y tienen momentos de alta activación. Estos momentos pueden ser incontrolables tanto para ellos como para los padres.

Si sabemos cómo ayudarles a relajarse y enseñarles también la importancia de bajar el ritmo, conseguiremos que tengan mayor tolerancia al estrés y puedan evitar sufrir ansiedad en las etapas posteriores de su vida.

Ansiedad en niños

Las respuestas de ansiedad en nuestros hijos aparecen con unos síntomas que podrían parecerse a los de los adultos pero que no siempre son tan evidentes. Por eso, si queremos aumentar su bienestar, debemos identificar qué características son las que aparecen en la ansiedad de los niños.

¿Qué síntomas son los que señalan ansiedad en los más pequeños?

  • Comportamientos violentos, continuados pero agudizados en determinados momentos.
  • Alta actividad.
  • Llamadas de atención.
  • Dificultad en el sueño.
  • Falta de apetito.
  • Incapacidad de separarse de los padres.
  • Miedos.
  • Irritabilidad.
  • Comportamientos antisociales.
  • Técnicas de relajación
  • Es importante enseñar a nuestros hijos cómo deben reducir su tensión y poder afrontar mejor el estrés y la frustración. A través de sencillas técnicas, les induciremos relajación y les enseñaremos las claves de la calma

Con estas 3 técnicas de relajación conseguiremos reducir la activación de los niños y mejorar su bienestar.

1. El interruptor de la relajación

El adulto, mediante una visualización guiada, le verbalizará al niño un momento en el que haya habido mucha calma, como un día de vacaciones en la playa. Se recrea con detalle este momento y se hace un viaje mental hasta ese lugar. Es fundamental recordarle que debe sentir lo que sentía en aquel momento.

Una vez que el niño siente que está en ese lugar, se le ordena apretar con el pulgar una zona de su cuerpo, como la mano, el pecho o la nariz. Esto se convierte en el interruptor de la relajación. Y cada vez que se sienta ansioso, puede visualizar de nuevo la calma mientras aprieta el interruptor.

2. Relajación de Koeppen

Se caracteriza por ser divertido y agradable, ya que se siente como un juego. Funciona a través de la tensión y distensión de determinadas zonas del cuerpo, como la relajación muscular de Jacobson en adultos. Para ello, debemos hacer un recorrido por todo el cuerpo ordenando tensar y destensar esas zonas durante unos segundos.

Para tensar las manos, le decimos que apriete y suelte una pelota imaginaria pequeña. En las piernas y los pies debe sentir que se mueve en zonas por el barro. Para los hombros, que se encoja como una tortuga y se estire como un gato. En la mandíbula, que sienta como mastican una gominola. Con la cara, que espante una mosca sin usar ninguna parte del cuerpo. Y para el abdomen, que trate de pasar por una zona muy estrecha.

3. El globo

El niño debe imaginar que él mismo es un globo y que mediante una inspiración muy profunda debe hincharse, llenando sus pulmones hasta que no entre más aire. Después, dejará salir el aire de una forma muy suave. El ciclo se repetirá de 5 a 10 veces. Una vez aprendido, podrá utilizarlo en cualquier momento.

Con estas sencillas técnicas, no solo estaremos consiguiendo su ansiedad en ese mismo momento, sino que haremos que pueda aprenderlas y realizarlas con posterioridad. Esta forma de volver a la calma rebajará sus niveles de activación y conseguirá ganar en inteligencia emocional y tranquilidad.