Felipe VI viajó ayer a Arabia Saudí en el marco de una visita oficial que representa su puesta de largo en los países del Golfo Pérsico, donde su padre, don Juan Carlos, labró durante su reinado una estrecha relación con los jerarcas árabes, en especial, los saudíes.

Después de dos intentonas frustradas, en febrero pasado por la interinidad del Gobierno y en noviembre por el fallecimiento del heredero al trono saudí, don Felipe afronta una visita en la que combinará el diálogo con las autoridades y la promoción de las empresas españolas, con el objetivo de que logren nuevos contratos en el importante país árabe. Por ello se reunirá con varios ministros durante su estancia.

Felipe VI estuvo en Arabia Saudí en enero del 2015, pocos meses después de relevar a don Juan Carlos en el trono, pero se trató solo de una visita protocolaria con motivo del fallecimiento del Rey Abdulá y de la proclamación de su sucesor, Salman bin Abdelaziz.

En esta ocasión, el jefe del Estado estará dos días con una agenda que incluye contactos políticos y económicos de alto nivel.

‘VISIÓN 2030’ // La presencia del monarca es especialmente importante en un momento en el que el país saudí lanzó, hace apenas unos meses, su plan de modernización económica conocido como Visión 2030, encaminado a reducir la dependencia del petróleo y a apostar por otras vías de riqueza, por lo que supone una nueva oportunidad para las empresas españolas de la que el Gobierno quiere sacar rédito.

La relevancia del viaje de Felipe VI se ve reforzada por el hecho de que coincide con el relevo generacional emprendido en la dinastía saudí. Y es que el rey Salman, de 81 años, eligió recientemente a su sobrino Mohamed bin Nayef, de 57 años, formado en Estados Unidos, como sucesor.