Christopher Poole tenía 15 años cuando, un verano, inspirado por el popular sitio web japonés 2chan, creó en su dormitorio en un suburbio de Nueva York 4chan.org. Lo que nació con la idea de replicar la pasión por el estilo de animación anime empezó a cobrar pronto vida propia y a transformarse en un verdadero fenómeno, del que inmediatamente surgieron algunos de los memes más exitosos, como las fotos de gatos con divertidos mensajes, LOLCats, uno de los mayores triunfos virales.

Animados por la ausencia absoluta de censura, por un sistema que favorece lo efímero y por el anonimato casi absoluto que ofrece e incentiva el tablón de anuncios digital, que a diferencia de sitios como Facebook no pide una dirección de correo ni ninguna información personal, los visitantes y usuarios llegaron a raudales y 4chan, con su rudimentario diseño, se convirtió en lo que el Instituto de Tecnología de Massachusets (MIT) definió en un informe como «un sitio web con más de siete millones de usuarios que desempeña un influyente papel en la cultura de internet». «Una fuerza cultural», en palabras de una de las responsables de las prestigiosas conferencias TED, que invitaron a Poole a dar una charla en el 2010, un año después de que el ejército de usuarios hubiera logrado piratear la revista Time y coronar al fundador como el personaje más influyente del año.

El anonimato, según Poole, es un incentivo para la creatividad y además contribuyó a que de 4chan saliera Anonymous, una fuerza del hacktivismo con fines políticos a nivel mundial. A la vez, en uno de sus tablones, /b/, fue creciendo un universo de explícitos mensajes e imágenes pornográficos, violentos y barbáricos, los llamados shock posts, que hicieron que el sitio llegara a ser calificado en The New York Times como «uno de los rincones más oscuros de internet». En ese tablón es donde este fin de semana se colgaron por primera vez las imágenes robadas a famosas como Jennifer Lawrence y 4chan vuelve a estar bajo los focos.

ACABAR CON LA REPUTACIÓN

El informe del MIT concluyó, por ejemplo, que «la falta de identidad -90% de usuarios anónimos-, hace que no funcionen los sistemas tradicionales de reputación». Lo efímero de los mensajes -que no se archivan y desaparece al llegar los nuevos- alimenta una «experiencia caótica y acelerada», en la que los usuarios van descendiendo, según decía la revista Wired, en una espiral donde cada post trata de ser más escandaloso y brutal que el anterior. Uno de esos usuarios dijo en el 2008 a The Wall Street Journal que lo que se produce entonces es un efecto «como cuando grupos de gente se hacen más inconscientes de su propia responsabilidad».

Ahora desde /b/ alguien ha lanzado, por ejemplo, una campaña de supuesta solidaridad con Lawrence. Lo que se busca es que otras mujeres se desnuden y, voluntariamente, compartan sus imágenes.