“Me acompañó en mi juventud, como Van Morrison, Led Zeppelin o Pink Floyd. Era simple, verdadero, era un hombre honesto. Un verdadero rockero, con una voz más potente que Elvis. Johnny forma parte de nuestra historia, su música ha pasado de generación en generación”. A sus 62 años, Jacques espera paciente frente a la iglesia de La Madeleine el inicio de la ceremonia religiosa que podrá seguirse a través de dos pantallas gigantes.

Como él, soportando un frío intenso, cientos de miles de franceses han llenado las calles del centro de París para rendir homenaje al cantante Johnny Hallyday, fallecido el pasado miércoles a la edad de 74 años víctima de un cáncer de pulmón. Poco conocido fuera del Hexágono, el viejo rockero encarnaba esa Francia popular, sencilla, auténtica y a la vez contradictoria que lleva más de 48 horas fabricando un mito.

Fans de Johnny Hallyday, en el último adiós al legendario rockero francés /AFP / PATRICK KOVARIK

El féretro blanco con los restos mortales del artista recorrió los Campos Elíseos desde el Arco del Triunfo hasta la plaza de la Concordia acompañado por un cortejo de 700 Harley-Davidson, un guiño a su pasión por las dos ruedas.

Cerca del gran obelisco, Claudine recuerda que a los 14 años se enamoró de Johnny y pensaba que un día llegaría a conocerlo. “Pero no se casó conmigo sino con Sylvie Vartan, así que lo hice mi ídolo”, bromea esta jubilada de 68 años, triste y a la vez contenta al ver tanta gente despidiéndole. “Los franceses lo amaban. Es el pueblo francés quien le rinde homenaje”.

Héroe nacional

El pueblo y su presidente, que ha elevado a Hollyday a la categoría de héroe nacional sumándose a la ola de emoción desatada por su desaparición. La República adora la solemnidad de las ceremonias. Las necesita para afirmar su identidad colectiva, pero también las instrumentaliza para sacar rédito político.

Miles de fans al paso del cortejo fúnebre / REUTERS / LUDOVIC MARIN

“Johnny era un personaje muy popular y esto a Macron le viene bien, porque rebaja la imagen que tiene de presidente de los ricos”, apunta el joven bretón Agustin Trébaol-Pelleau, de visita en París con su familia.

Mientras en la calle se mezclan fans, turistas y parisinos ajenos al principal acontecimiento del día, en el interior de La Madeleine se inicia el oficio religioso.

“Johnny era mucho más que un cantante, era la vida en lo que tiene de soberana, de deslumbrante, de más generoso. Era una parte de nosotros mismos, una parte de Francia”, ha dicho el presidente Emmanuel Macron.

Acompañando a Laeticia, viuda de Hallyday, y a sus hijas Jade y Joe, casi 800 invitados llenan el templo. La primera esposa del cantante, Sylvie Vartan, la actriz Marion Cotillard, los ex presidentes Nicolas Sarkozy y François Hollande, acompañados respectivamente de Carla Bruni y Julie Gayet. También la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, y el titular español de Educación, Iñigo Méndez de Vigo.

Pero en La Madeleine hubo sobre todo músicos, los que acompañaron a Hallyday en su última gira, la de los ‘viejos canallas’, Eddy Mitchell y Jacques Dutrouc, los guitarristas Norbert Krief, Yarol Poupard y Robin Le Mesurie o el armonicista Greg Zlap. Al pie del altar, suena el rock and roll y en la calle ‘Requiem pour un fou’ (Requiem por un loco).